Julio Aróstegui: «Largo Caballero ha sido tratado injustamente por la historiografía»

Enrique Clemente Navarro
Enrique Clemente MADRID / LA VOZ

CULTURA

El catedrático acababa de publicar una biografía sobre el líder socialista

30 ene 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Nada más publicarse su monumental biografía Largo Caballero. El tesón y la quimera (Debate), Julio Aróstegui (Granada, 1939) ingresaba en el hospital aquejado de problemas cardíacos. La cita del 17 de enero para la entrevista con La Voz en la sede de la editorial tuvo que cambiarse por una conversación telefónica de más de media hora, interrumpida cuando la enfermera le tomó la tensión y poco después reanudada. Estaba animoso y contestaba con precisión desde el hospital. Ayer se supo que falleció el lunes. Esta es una de las últimas entrevistas que concedió el catedrático emérito de Historia Contemporánea, director de la cátedra Memoria Histórica del Siglo XX y Premio Nacional de Historia.

-¿Por qué el subtítulo, «el tesón y la quimera»?

-Son dos palabras que le definen bien. El tesón porque pasó 50 años de militancia en el obrerismo español, 40 como dirigente, y siempre se mantuvo firme en las ideas de progreso del proletariado y transformación de la sociedad. Era un hombre duro, terco. Su historia es ejemplar, ha habido gente humilde que llegó muy alto pero nunca a presidente del Gobierno. Era hijo de un carpintero pobre y una mujer de la limpieza y fue a la escuela hasta los siete años. Lo de quimera es porque creyó que se podían hacer algunas cosas que la situación histórica no permitía, por ejemplo la insurrección de 1934.

-De las tres grandes figuras del socialismo de la época, Largo Caballero, Negrín y Prieto, este es el que tiene mejor fama.

-Prieto no se merece tanto esa buena fama, pero era tan hábil, buen orador, buen escritor y convincente que ha conseguido salir indemne, cuando tuvo también la culpa de muchas cosas. A Negrín se le reconoce ahora que fue un gran patriota, que no tenía otra manera de llevar la guerra y no fue un pelele de los comunistas. Largo Caballero ha sido injustamente tratado por la historiografía, en el libro intento dar una imagen no maniquea de él. No fue tan veleta como se cree, era un pragmático absoluto, poliédrico y, a veces, contradictorio. Hasta ahora no teníamos una visión correcta de su vida entera.

-Se le ha tenido por un extremista y radical. ¿Era así?

-Más radicales y extremistas eran sus propias bases. Ni fue una cosa exclusivamente suya dentro del partido, donde sus posiciones eran mayoritarias, ni fue tan radical. Por otro lado, hay gente que afirma que siempre fue un reformista, que nunca realmente quiso la revolución.

-¿Le cuadraría la definición de revolucionario pragmático?

-Me parece correcto. Decía que la revolución no es el momento en el que se sale a la calle para tomar el poder, sino lo que se hace después de tenerlo para cambiar la sociedad. Dijo: vamos hacia la dictadura del proletariado, pero, ojo, no es para mañana, ganar las elecciones no significará que podamos hacer la revolución de inmediato.

-Ese apodo que le pusieron, «el Lenin español» fue un invento. ¿Quién se lo puso?

-No tenemos la certeza absoluta de quién se lo inventó, pero el propio Caballero pensaba que venía de los comunistas. Le gritaban «Lenin español» en los mítines, pero esto apareció a fines de 1933 y luego ya apenas pasó. Él siempre dijo que era una estupidez, que en el socialismo español no había ningún Lenin y que era una obra colectiva.

-Algunos historiadores le acusan de alentar la Guerra Civil.

-Historiadores como Stanley Payne y algunos neofranquistas lo dicen, pero es una memez ideológica afirmar que unos discursos pueden provocar una rebelión militar.