Lisboa se «desasosiega» para recordar a Saramago

Efe

CULTURA

Manuel Almeida

La capital lusa conmemora el noventa aniversario del nacimiento del premio Nobel de literatura

16 nov 2012 . Actualizado a las 22:37 h.

La ciudad de Lisboa ha celebrado hoy por primera vez el «Día del Desasosiego», para conmemorar el noventa aniversario del nacimiento del premio Nobel de literatura portugués José Saramago, con la intención de convertirlo en una fiesta anual. Un día bautizado con la sensación que buscaba generar un escritor al que «no le interesaban los lectores conformistas», como aseguró Pilar del Río, su viuda y directora de la Fundación Saramago, que ha organizado la iniciativa.

Con la referencia del Bloomsday, día en que se sale a las calles de Dublín con el «Ulises» para recordar a James Joyce, la fundación ha pedido que Lisboa sea recorrida cada 16 de noviembre con «El año de la muerte de Ricardo Reis». La obra, ambientada en la capital, describe un recorrido dibujado en un mapa y se ha repartido hoy por Lisboa, donde se han hecho lecturas públicas en diferentes puntos de la ciudad a lo largo del día. Su elección para conmemorar a Saramago permite incluir en la jornada a otro de los más importantes escritores lusos, Fernando Pessoa. Pessoa creó a Reis como heterónimo y es autor del «Libro del desasosiego», el otro texto sugerido también para leer hoy en la calle.

Pero cualquier obra era bienvenida, porque «salir con un libro a la calle es una fiesta», describió Del Río, entusiasmada con el opúsculo «90 años, 90 palabras», que se repartió hoy de manera gratuita con una selección de términos enviados por los lectores de Saramago para describirle, a veces de forma sorprendente. «La última lo considera africano», destacaba la traductora del Nobel sobre la palabra enviada por una traductora marroquí radicada en Francia. «Carlos Fuentes le presentó muchas veces como escritor portugués y mexicano -recuerda la viuda- y en España se le considera español, pero nunca nadie había dicho que fuera africano».

Esta iniciativa «rondaba» a Del Río desde que hace años leyó una reflexión del escritor chileno José Donoso. «Donoso escribió que Dublín y Lisboa podrían ser destruidas, pero, si quedaban dos ejemplares del 'Ulises' de Joyce o 'El año de la muerte de Ricardo Reis', sería posible reconstruirlas, porque ahí estaban sus espíritus», explica. Es un reconocimiento que antes no pudo realizar porque estando Saramago vivo no lo habría permitido.

La lluviosa jornada de recuerdo al autor comenzó con la representación en las ventanas y terrazas de la «Casa de los Bicos», sede de la fundación, de varios fragmentos de «Memorial del convento» en el treinta aniversario de su publicación. Un libro que fue la «confirmación como escritor» de Saramago y que le «posibilitó poderse dedicar a escribir», recordó Del Río. Durante la representación también se han escuchado arias de Domenico Scarlatti, referidas en el texto, y las pinturas de José Santa-Bárbara han decorado las cristaleras de la Casa de los Bicos. La visión caricaturizada del escritor realizada por nueve ilustradores portugueses y españoles, acompañados de pequeños textos, también adornó el interior de la fundación, la estación de metro del aeropuerto y el Palacio das Galveias.

La Orquesta Nacional portuguesa se sumó al homenaje adelantando a hoy un estreno de sus conciertos con el «Requiem» de Fauré («una de sus piezas favoritas») y la «Sinfonía fantástica» de Berlioz, que, según Del Río, «va muy al pelo». Para completar la relación con la música del Nobel, quien escribió que se definiría a sí mismo como una suite de Chopin, el Teatro Nacional São Carlos, el escenario del concierto, ha abierto una exposición que relaciona a Saramago con la música a través de extractos de sus obras.

A todos los actos que conmemoraron en Lisboa el 90 aniversario del escritor e inauguraron el primer «Día del Desasosiego» se sumaron muchos otros, desde Bengala a Perú, afirma Del Río. La universalidad de Saramago ha permitido crear, en palabras de su viuda, una universal «tribu de la sensibilidad» en la que todos los idiomas se entienden.