David Hockney viaja del óleo a la tableta digital en el Guggenheim

miguel lorenci BILBAO / COLPISA

CULTURA

Alfredo Aldai / EFE

Bilbao revisa la obra reciente del británico a través de sus paisajes

15 may 2012 . Actualizado a las 07:02 h.

Su última paleta es un iPad. Sus telas, gigantescas pantallas de alta definición o planchas de aluminio estampadas con láser. David Hockney (Bradford, 1937) usa estas herramientas digitales con la misma maestría que el óleo, el lienzo y el lápiz. Con la última tecnología ha elaborado buena parte de los coloristas paisajes que exhibe hasta septiembre en el museo Guggenheim de Bilbao, en la muestra David Hockney: una visión más amplia.

Con un pie en la tradición y otro en el futuro, su trabajo reciente es una celebración de la naturaleza a través de unos vivificantes paisajes sin figura. Una explosión de color, vitalidad y optimismo en dos centenares de piezas, con las que el más notable pintor británico en activo demuestra su capacidad para sorprender con sus piruetas creativas.

Regreso a la infancia

Como el asesino al lugar del crimen, regresó Hockney a los paisajes de su infancia en el este de Yorkshire hace algo más de una década. Un cáncer consumía a su amigo del alma, Jonathan Silver, y Hockney sufrió una doble convulsión emocional que lo indujo a echarse al campo armado con su caballete y sus óleos, con un iPad o un iPhone; o con un enjambre de cámaras digitales engarzadas sobre un coche para obtener esa visión «ampliada» del entorno brumoso de los Wolds que redescubría tras décadas bajo el sol californiano.

Hockney lleva más de medio siglo con las manos en la masa. Con 75 años, explora y se renueva sin desmayo para desbrozar el futuro, siempre con un pie en una tradición que se remonta a Constable o Van Gogh. Óleos y estampas digitales se cruzan así en una vigorosa obra que casa tradición y vanguardia al margen de corrientes.

Trama de 18 pantallas

Curioso infatigable, creó con faxes, fotocopias o fotos Polaroid. Ahora alterna los óleos con los paisajes en movimiento que registra con varias cámaras y presenta en una enorme trama de 18 pantallas. Sus películas y estampas digitales -únicas, nunca seriadas- comparten audacia, espectacularidad y tamaño con sus pinturas.

Más de 600.000 personas visitaron en la Royal Academy de Londres la muestra que llega ahora al Guggenheim de Bilbao. Su núcleo son los coloristas y vivaces paisajes árboreos realizados a partir del 2004. Casi 200 piezas entre óleos, carboncillos, dibujos digitales, cuadernos de bocetos y vídeos que ofrecen el retorno al paisaje de su infancia.

Aparte de un autorretrato con iPad, la figura humana solo aparece en otra pieza gigantesca de más de siete metros, Un mensaje más amplio (2010), fruto de la fascinación de Hockney por El sermón de la montaña, pintada en 1656 por el francés Claudio de Lorena y hoy en la neoyorquina colección Frick. El proyecto culminó en un óleo sobre 30 lienzos mucho mayor que el original.