Frédéric Boyer, lo presentó como uno de los actores más prometedores de Europa
01 ago 2012 . Actualizado a las 17:14 h.Aunque parece que quisiese camuflarse tras una boina y gafas de sol, Mario Casas (A Coruña, 1986), reconoce que en Nueva York la gente no lo para por la calle para pedirle un autógrafo ni para hacerse fotos con él. De todas formas, los clientes del hotel donde se realiza la entrevista están más pendientes de seguir por televisión los últimos minutos del partido entre el Barcelona y el Real Madrid. Mario Casas no ha podido ver el encuentro, pero cuando se entera del resultado no parece contento. «Yo soy primero del Dépor, pero mi segundo es el Barça», asegura con una de esas sonrisas que tienen secuestrado al público adolescente.
Con todo, estos días el actor tiene razones para estar feliz. Su última película, Grupo 7, un thriller en el que cuatro policías corruptos limpian Sevilla antes de la Expo, ha arrasado en taquilla y ha conseguido también la bendición de la crítica. La última alabanza la recibía en la presentación del filme en el Festival de Cine de Tribeca, donde el director artístico del certamen, Frédéric Boyer, lo presentó como uno de los actores más prometedores de Europa, todo un giro para un intérprete con fama de guaperas. «Llevo poco tiempo haciendo cine y yo sé que todavía tengo cosas que demostrar», reconoce Casas. «Este es el primer papel que me ofrecen como adulto, pero mi intención es ir dejando atrás papeles de adolescentes para poder centrarme en otros personajes. Mi objetivo es que mi público crezca conmigo».
Times Square
Pero si de crecer es de lo que se trata, la fama de este gallego parece imparable. La primera vez que el actor pisó Manhattan, por ejemplo, fue el año pasado para presentar Carne de neón. «Me quedé impresionado con Times Square, pero esta vez me está dando tiempo a ver más cosas», afirma. Aun así, Casas asegura que el éxito «no se puede planear». «En mi caso ha sido puro instinto», el mismo que lo llevó a participar en Grupo 7. También Alberto Rodríguez, el director del filme, lo tuvo claro desde el principio. Por eso no le hizo pasar ni una prueba para darle un papel que Mario pensó en un principio que estaba escrito para alguien más maduro: «Cuando leí el guion pensé que el personaje debía tener 28 o 30 años, pero luego entendí que lo importante era precisamente ver la evolución de alguien joven a alguien mayor».
Lo de madurar al trote le viene en realidad de casta. Sus padres, dos gallegos que más tarde emigraron a Barcelona, lo trajeron al mundo con tan solo 17 años. De ellos Casas dice haber heredado la humildad, y también un sentido de la realidad que le ayuda para no tener miedo al fracaso. «He he visto a mis padres trabajar desde pequeño. Han hecho de todo y nunca se les han caído los anillos. Por eso, si esto se acaba no me importará trabajar en otra cosa, aunque me gustaría seguir en el cine como productor, por ejemplo».
Entre sus aspiraciones próximas está algún papel de malo. ¿Y trabajar en inglés? «De momento prefiero quedarme en casita y hacer proyectos. En Galicia por supuesto que me encantaría trabajar y si es además al lado de algún actor de la talla de Luís Tosar, pues muchísimo mejor».
EN Nueva York UN Sábado DE 16 a 17 horas (hora local)