El roquero ilustrado y afrancesado

J. b. A CORUÑA / LA VOZ

CULTURA

22 ene 2012 . Actualizado a las 06:00 h.

«¡El Cadillac!». El grito procedía del palco. Loquillo, desde una esquina del escenario, miró hacia arriba. «Amigo, eso aquí está fuera de lugar», dijo con gesto chulesco. Por si había alguna duda, quedaba claro así a lo que venía el artista. Nada (o casi nada) del repertorio que lo hizo mítico en los ochenta con Los Trogloditas. Y sí mucho de esa otra faceta suya en solitario, la del cantante que hace suyos versos de otros, que readapta canciones y exhibe al público todo su universo de mitos.

Jaime Gil de Biedma, Pablo Neruda y Luis Alberto Cuenca. Jaques Brel, Johnny Cash y Jaime Urrutia. Canciones sobre mujeres que aceleran el pulso de los hombres, amigos que han dejado de serlo al tomar un camino muy diferente al que se pensaba y luchas contra el rodillo social que siempre quiere aplastarlo todo. Entre ese batiburrillo trenzó Loquillo un concierto sobrio, elegante y con una carga especial ajena a él: la despedida de la Fundación Novacaixagalicia como gestora del mítico teatro coruñés.

En algún punto intermedio entre el cantante crooner y el roquero maduro con un pie en el local de ensayo y otro en la biblioteca, Loquillo abrió su actuación con la rueda melódica de Balmoral, una de las canciones más bonitas de esta faceta paralela suya. Respaldado por una banda excepcional trazó un recorrido que fue desde aquellas lejanas Brillar y brillar o La mala reputación -celebradísima en las butacas- a los últimos temas de Su nombre era el de todas las mujeres, el disco que venía a presentar.

Todo ello con los comentarios del cantante, que hizo de su actuación una suerte de revisión con anotaciones de su carrera. Brillaron de manera especial Los viejos amigos, No volveré a ser joven o la adaptación del Man in Black de Johnny Cash, El hombre de negro, con la que cerró el concierto.

El bis unió dos temas que, de la mano, semejan casi una declaración de principios: Con elegancia y Vintage. Y al final, llegaría su última bandera: Políticamente incorrectness.

LOQUILLO gira «a solas»