Feliz aniversario, mister Presley

pacho rodríguez MADRID

CULTURA

15 ene 2012 . Actualizado a las 07:08 h.

Si hay un artista para siempre ese es Elvis Presley, el Rey. Qué se puede decir de un tipo que vivió 42 años y ha generado más de 600 referencias discográficas, provocado centenares de libros sobre su vida, obra, hitos y anecdotarios y que, en su día, en su imparable irrupción sonora y gráfica fue considerado algo así como un icono pecaminoso que revolucionaba a sus fans e irritaba a las capas sociales puritanas porque veían en él, más allá del músico y cantante, un objeto del deseo que ponía patas arriba convencionalismos escénicos con aquellos movimientos de cadera, Elvis the Pelvis!, que convirtieron el rock and roll en algo deseablemente comestible. Tal vez, a día de hoy, solo se pueda decir que está muerto, pero y sin embargo se mueve.

Para sus devotos, Elvis mantiene su vigencia aunque se cumplan ahora 35 años de su muerte. Para sus fanáticos, sección freaks, incluso vivo en una serie de historias rocambolescas que aseguran que se trata de alguien inmortal. Y aun más importante: lo que ocurre con otros que se acercan a su obra y descubren una voz monumental y un trabajo en el que lo comercial y lo que reivindica al rock, el country, la música del campo americano, y otros estilos, en su caso, han de describirse como algo mayúsculo. Ahora, con motivo de tan señalada efeméride, RCA lanza, desde su apartado Legacy, la recuperación de dos de sus discos de los incipientes años setenta.

El asunto se centra en dos trabajos que el genio nacido en Tupelo (Misisipi), en 1935, grabó hace ya 40 años. En concreto, en 1971, grabó Elvis Country y Love Letters From Elvis, que pertenecen a lo que se puede considerar como antesala de su trágico final. El primero, una indagación estilística de una de las facetas del Elvis músico, criado en la escuela de los años cincuenta de Menphis, y que era la que se centraba en el dominio y respeto a los sonidos y creaciones originales. El segundo, como apartado de lo que Presley dominó hasta el enamoramiento y le sirvió para abrir las más exclusivas salas de la alta sociedad: su repertorio romántico, de impecable frontman. En definitiva, la corroboración demostrada, al margen de pastillas y adicciones, de que estamos, después de tantos años, ante un artista total.

Pero si el legado artístico de Elvis Presley hay que tomárselo como algo enciclopédico, igual de importante es su aportación a la industria discográfica. Primero, como superventas, pero también como carne de mercadotecnia, pionero que funcionó a la perfección como creador de imagen, tendencia y aglutinador de seguidores. Cabría decir, en este sentido, que fue punta de lanza sin saberlo, y, tal vez, a su pesar. Porque en Elvis Presley, su poder de seducción caminaba a la misma altura que su labor musical, estrictamente entendida como la de alguien que contribuyó a la conversión del rock and roll en género mayor.

La hipótesis imposible

En un presente imposible, Elvis Presley sería hoy un señor de 77 años recién cumplidos. Es decir, podría ser un veterano crooner capaz de llenar grandes recintos y recorrer el mundo a la par que recibiría innumerables homenajes. Parece mentira, porque la doble imagen de Presley es la de rocker sensible, que anteponía su cara de buen chico a la tan manida de tipo duro. Su recuerdo hay que asociarlo entonces a ese estereotipo de rebelde sin causa que tan bien protagonizó otro eterno como James Dean. Pero cuando pasaron los años y se impusieron las adicciones y tormentas personales, la otra imagen que ha quedado para siempre es la del artista entrado en kilos y vestido por el aberrante estilo de Las Vegas. Aunque sea de justicia resaltar que esa versión barroca del Rey del rock and roll reservaba para la historia una calidad de voz de la que los expertos dicen que fue su momento de plenitud. El rock, el pop, las baladas, el góspel, multitud de títulos históricos, millones de discos vendidos y cientos de miles de historias estuvieron a su favor. Pero su vida fue la que se empeñó en jugar en su contra. Y ahí nació el mito.

se cumplen 35 años de su muerte