La obra de Ernesto Guerra da Cal genera interés en su centenario

JOEL GÓMEZ SANTIAGO / LA VOZ

CULTURA

Su poesía en idioma gallego suscitó un inusitado eco internacional

20 dic 2011 . Actualizado a las 10:31 h.

Una exposición en el instituto Rosalía de Castro de Santiago y una placa en este centro recuerdan desde mayo la relación de Ernesto Guerra da Cal, de quien hoy se cumplen 100 años de su nacimiento en Ferrol, con Federico García Lorca, y su participación en los Seis Poemas Galegos.

Un simposio organizado por la Academia Galega da Língua Portuguesa, una antología de su poesía, nuevos estudios sobre sus investigaciones (algunos editados por la Associação Internacional de Lusitanistas, la Imprensa Nacional-Casa da Moeda de Lisboa, o preparados en el Grupo Galabra de la Universidad de Santiago), artículos periodísticos y en revistas, o varios sitios de Internet, mantienen también la actualidad de su vasta producción científica y literaria, que se editó en varias lenguas y países.

Desde sus primeros poemarios, Lua de alén mar y Rio de sonho e tempo (1959 y 1963, ambos en Galaxia), Da Cal ha interesado a la crítica internacional. El gallego del ferrolano, próximo al portugués, suscitó elogios de especialistas en Estados Unidos, Brasil, Puerto Rico, México, Portugal, Francia, Italia, Inglaterra o Checoslovaquia, e importante eco en España y entre el galleguismo. Dedicó estudios de referencia a las literaturas gallega, española, portuguesa, brasileña, hispanoamericana y medieval, y a metodología de investigación literaria.

Miembro de las academias de ciencias de Nueva York y Lisboa, directivo de la Hispanic Society of America, lo condecoraron Gobiernos de Brasil y Portugal, donde recibió doctorados honoris causa.

Fue amigo de Neruda, Octavio Paz, Juan Ramón Jiménez, Fernando de los Ríos, Victoria Ocampo, Buñuel, Villa-Lobos, Saramago, Manuel Bandeira, Severo Ochoa, Castelao, Granell, Arturo Souto, Otero Pedrayo, Emilio González López, y muchos otros destacados. Falleció en 1994. El crítico brasileño Wilson Martins lo recordaba como «O grande galego» en el 2003, en el diario O Globo de Rio de Janeiro.