La SGAE inicia su camino hacia a la transparencia

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CULTURA

La sociadad de gestión ha presentado las bases de su reforma, entre las que se encuentran más votantes, listas abiertas, presidencia única y la supresión del voto delegado y de los avales.

02 nov 2011 . Actualizado a las 20:23 h.

De la oscuridad a la transparencia. Del control y el manejo interesado de unos pocos a la democracia plena. En este viaje se encuentra inmersa la Sociedad General de Autores y Editores, SGAE, que ha presentado hoy las bases de una profunda reforma estatutaria y electoral, que le permita salir de fango, pasar página y dejar atrás uno de los episodios más funestos de su centenaria historia.

Ampliar el censo de votantes hasta casi triplicarlo, habilitar listas abiertas, acabar con los avales y el voto delegado, unificar en un solo cargo la presidencia ejecutiva, reequilibrar el peso de los colegios profesionales y garantizar la trasparencia en los comicios extraordinario de enero son algunas de las medidas anticipadas hoy por tres miembros de la comisión formada por 15 autores encargada de regenerar y refundar la sociedad, «de reconquistarla para los autores y devolverles el poder».

Eludiendo cualquier mención a Teddy Bautista, a su millonaria demanda de indemnización y la marcha del proceso judicial en curso, Antón Reixa, Manuel Marvizón y Antonio Onetti han comunicado las directrices de un viaje que no será fácil, pero que está obligado a llegar a buen puerto. Un periplo para el que no quieren «palos en la ruedas» y que tendrá que ser tutelado por el Ministerio de Cultura -«le rogamos que colabore en esta refundación»-, encargado por ley de dar el visto bueno a la revisión de los estatutos que se propone. «Aquí empieza la transición hacia la transparencia. Larga vida a los derechos de autor» proclamaba el músico, actor y cineasta Antón Reixa, que ha asegurado que esta necesaria reforma permitirá por fin «acabar con el sistema oscuro, viciado y pintoresco» que, entre otros desmanes, permitió a Teddy Bautista controlar a su antojo la entidad durante décadas.

Limpieza escrupulosa

«Aquí empieza nuestro futuro. Los socios vuelven a tener el poder» aseguraba Manuel Marvizón al dar cuenta de unas medidas que persiguen garantizar «la escrupulosa limpieza del sistema electoral» y abordar «la ansiada refundación que devolverá el control a autores y socios».

Cuando se apruebe esta reforma «será elegible cualquier candidato de cualquier candidatura». Aumentará muy sensiblemente el número de socios con derecho a voto, que pasa de los 8.220 que pudieron ejercerlo en los pasados comicios a los 20.881 que podrán hacerlo en los próximos, esto es, un 154 %. Se mantiene el voto ponderado, pero se crea la figura del voto social al que tendrán el derecho los autores que hayan conseguido una recaudación igual o superior al salario mínimo interprofesional (641,40 euros en cuatro años) y los editores y herederos que recauden cuatro veces esta cantidad.

Se suprime el voto delegado que permitió la perpetuación de la era Bautista, se garantiza el voto por correo recabando el concurso de notarios, se eliminan los avales, y se concentra el poder ejecutivo en una única presidencia. Se unifica así la figura del presidente del Consejo de Dirección -quien manda de facto, Bautista hasta junio pasado, designado por la junta y nunca votado- y del presidente de la Junta Directiva -que sí se votaba-. El mandato, tanto para el presidente como para todos los miembros de la junta, se limita a ocho años.

La nueva directiva estará compuesta por 39 miembros, uno más que hasta a ahora, y se conformará con los miembros de distintos colegios: seis para Gran Derecho, 16 para Pequeño Derecho, 9 para Audiovisuales y 8 para Editores. Cualquier candidato que obtenga un 5 % de los votos emitidos optará a representación.

Todas estas modificaciones tendrán que ser aprobadas por el Ministerio de Cultura y refrendadas por los afiliados en la Asamblea General Extraordinaria que se celebrará el próximo 30 de noviembre. Dos reputados juristas independientes conformarán la comisión electoral que vele por la limpieza del proceso a cuya supervisión se invita también al ministerio de Cultura.