«La gordura siempre me motivó»

rodri garcía A CORUÑA / LA VOZ

CULTURA

El escultor habla de la obesidad, de la propia, que combate corriendo, y sobre todo de la que caracteriza sus poderosas esculturas.

14 oct 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

«¿Si yo hice algún régimen para adelgazar? No, nunca, aunque con la edad, y ya voy para los 60, tengo una cierta tendencia a engordar». El escultor Ramón Conde (Ourense, 1951) habla de la obesidad, de la propia, que combate corriendo, y sobre todo de la que caracteriza sus poderosas esculturas. Entre sus obras más conocidas en espacios públicos están desde Los rederos, en Vigo, a El guardián, en el acceso a la torre de Hércules, pasando por Paternidad en Houston o el Conjunto Escultórico de Surrey (Reino Unido), sin olvidar varias piezas instaladas en su ciudad natal. Esta tarde, a las 20 horas, en la galería Coleccionan de A Coruña abre su exposición Reflejos.

-¿Sigue con los gordos?

-Esta es una galería pequeña. Juego con el reflejo de las esculturas en espejos y por eso no necesitan ser excesivamente grandes. La escultura es casi virtual, como cuando de niños nos poníamos ante los espejos cóncavos o convexos. Lo que pretendo es que la imagen reflejada sea la real y quien asume las deformaciones es la propia escultura.

-¿Sigue trabajando el bronce?

-Ese es otro cambio. Las grandes eran de bronce y lo que contaba era sobre todo la expresión y la silueta. Ahora están casi todas policromadas, porque trato de recrear una imagen realista, aunque hay algunas de bronce. Las obras que expongo, el espectador las va a ver de espaldas y reflejadas en los espejos, como si fueran cuadros o televisores.

-Hay una conocida escultura de Juan Muñoz de una enana ante un espejo...

-Los espejos dan mucho juego conceptual. Para mí sería jugar con la imagen social que se proyecta más que con la realidad, porque la realidad importa poco. Lo que importa es el reflejo que das de ti mismo. Es lo que sucede ahora en la sociedad, que al final todos jugamos con la imagen que emitimos. Es realidad, eso de que el hábito hace al monje.

-¿Le habrán preguntado cientos de veces por qué hace esculturas de gordos?

-Sí, y no tengo una respuesta clara al respecto, no es una cuestión racional. En la época en la que empecé a hacerlo el mundo que servía de inspiración era el psicoanálisis, las pulsiones de la infancia. La gordura siempre me motivó mucho, unas veces por atracción y otras por repulsión. Veía a mi padre gordo y asociaba eso a fuerza y poder. Fue un concepto que me motivó.

-¿Sus gordos tienen algo que ver con los de Botero?

-Aunque en ambos casos son personajes gordos, el universo mental suyo y el mío, o lo que reflejan, no tiene nada que ver. El de Botero es un mensaje naíf, lo vi mucho en México y es parecido al de Frida Kahlo: tienen un sustrato de la pintura popular del siglo XVIII. Me sentiría más reflejado a nivel formal con ese movimiento expresionista de Bacon o Freud, que reflejan la realidad de una manera inquietante. En la obra que hice hasta ahora las deformaciones eran creíbles, estaban entre la realidad y el delirio.