«No es Hergé el que está en el banco de los acusados», subrayó el letrado, quien se mostró convencido de que el autor belga habría respaldado la posición de los demandantes si viviera actualmente. El dibujante, que escribió la obra con sólo 23 años y sin haber pisado el Congo, admitió en una entrevista en 1949 que se alimentó «de los prejuicios de la época» a la hora de escribirla, y que de este territorio sólo conocía clichés como que los negros «son iguales que niños grandes».
El abogado de Casterman y Moulinsart, por su parte, calificó de «inaceptable» la posibilidad de incluir un mensaje de advertencia en el cómic, porque eso «es una forma de censura» y significaría «culpar al autor de racismo». Además, según esta perspectiva «debería censurarse o prohibirse una parte importante de la literatura mundial», desde las obras de Charles Dickens o Mark Twain por antisemitas hasta la literatura española de la época colonial, según dijo el letrado, Alain Berenboom.