El estrecho vínculo del escritor con Galicia

redacción / la voz

CULTURA

17 ago 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

García Lorca escribió prácticamente toda su obra en castellano, con la excepción de seis poemas, que fueron redactados en gallego. Son, además de valiosos ejemplos de su genio poético, testimonio de la fascinación que sentía por Galicia, su paisaje y su literatura, relación afianzada gracias a sus amigos gallegos, entre los que se contaban el músico Jesús Bal y Gay y los escritores Eduardo Blanco Amor y Ernesto Guerra da Cal.

La primera visita de García Lorca a Galicia data de 1916. Se trata de un viaje que hace escala también en Zamora, Salamanca y Ávila, y en el que el poeta conoce Monforte, Ourense, Pontevedra y Santiago. La huella dejada por Galicia será notable y reaparecerá, de distintas formas, a lo largo de los años posteriores. El escritor granadino, en cuya obra se aprecia la influencia de las manifestaciones más populares del arte, se interesó por la música y la literatura tradicional, pero también conocía la obra de los trovadores recogida en los cancioneros medievales. Pero por quien sentirá verdadera devoción es por la figura de Rosalía de Castro, ante cuya estatua en Santiago realiza una ofrenda floral en 1932, en el que será su segundo viaje a tierras gallegas.

En esta visita, Lorca imparte conferencias en Compostela, Vigo y A Coruña, invitado por el Comité de Cooperación Intelectual, entidad que vuelve a propiciar su presencia en Galicia ese mismo año.

También en 1932 la revista Yunque publica su primer poema en gallego, Madrigal a la ciudad de Santiago, que luego reaparecerá en el libro Seis poemas galegos, publicados por Nós en 1935, con prólogo de Eduardo Blanco amor, a quien Lorca conoce en Buenos Aires. Fue Ernesto Guerra da Cal el principal instigador de los poemas, mientras que Blanco Amor se encargó de la edición y corrección de los textos, además de sugerir algún cambio, incluso en los títulos. Finalmente, salió de los talleres del editor Ánxel Casal, quien habría de tener un final tan triste como el de Lorca.