Este viernes se cumplen 100 años del nacimiento de Mario Moreno Cantinflas, el cómico mexicano que fue capaz de inspirar un verbo.
11 ago 2011 . Actualizado a las 17:05 h.«Patriotas de la patria, ¿sabéis lo que esta palabra seinifica? Porque si no lo sabéis no seré yo quien os lo explique, porque para eso están los que sí lo saben. No estoy yo para que lo diga, ni ustedes para que lo oigan, ni es chisme tampoco, pero estamos en guerra. ¿Y por qué estamos en guerra? Por tres razones: la primera, la segunda y la tercera». Así de contundente se mostraba Cantinflas en sus discursos cinematográficos. Esa prosa directa, sin prisa pero sin pausa, en la que decía tanto y tan poco, generó millones de carcajadas en varias generaciones ávidas de un poco de humor y de entretenimiento.
Mario Moreno Reyes, el cómico que inspiró un verbo que la academia define como una «forma de hablar disparatada e incongruente», nació en la ciudad de México el 12 de agosto de 1911. Fue uno de los humoristas más populares del cine latinoamericano y su fama se extendió posteriormente a otros países como España, donde las cintas del actor se convirtieron en uno de los mejores remedios para sobrellevar las desventuras de la posguerra. Cantinflas fue un personaje entrañable para el público gallego y sus cintas formaron parte de la programación habitual de la TVG en la década de los noventa.
Desde los inicios de su carrera artística, Moreno se convirtió en el máximo representante de la sátira mexicana. El secreto de su éxito radicaba en su innata capacidad para improvisar aún en las situaciones más embarazosas, de hecho, solía adaptar los guiones con sus ocurrencias durante los rodajes, lo que aportaba mayor frescura a su interpretación.
Con su aspecto desgarbado, sus pantalones anchos y semicaídos, el sombrero roto y su memorable pañuelo rojo al cuello, Moreno representaba cabalmente la imagen del típico pelao mexicano, un hombre socialmente marginado y de escaso acervo cultural y gramatical. Esa pintoresca prosa con la que se burlaba de sus antagonistas en cada filme, despertó de inmediato la simpatía de las esferas más pobres de México y provocó que la clase trabajadora lo retratara como un líder que solía desafiar a las autoridades políticas y eclesiásticas del país con su peculiar verborrea.
El personaje de Mario Moreno ha sido comparado en múltiples ocasiones con el Charlot creado por Charles Chaplin, quien, según cuenta una leyenda urbana, en una ocasión definió al mexicano como «el mejor cómico del mundo». Aunque los biógrafos no se ponen de acuerdo en el origen del mote Cantinflas, el fallecido escritor Carlos Monsiváis, que estudió el fenómeno lingüístico generado por el actor, aseguró en un ensayo que el sobrenombre surgió en las carpas durante una función en la que Mario olvidó su monólogo y, acuciado por los nervios, comenzó a decir lo primero que se le venía a le mente, formando frases incoherentes, por lo que alguien del público empezó a gritarle: «¡Cuánto te inflas!». Esta frase, de la que surgió la contracción, tiene en México dos acepciones, una que relaciona el verbo inflar al consumo de bebidas alcohólicas y otra que hace referencia a la exageración.
Los inicios de una leyenda
Nacido en el seno de una familia humilde y numerosa, Mario Moreno no terminó sus estudios y forjó su educación en la calle ejerciendo numerosos oficios desde lustrabotas hasta boxeador. Comenzó su carrera de humorista en las carpas donde lo mismo parodiaba a los políticos de la época, que cantaba un tango o bailaba charlestón. Gracias a estas actuaciones, en 1936 apareció brevemente en la que fue su primera película, No me engañes corazón. Después de hacer otros papeles secundarios en cintas como Así es mi tierra o Águila o sol, el cómico saltó a la fama en 1940 con Ahí está el detalle, cinta a la que siguieron otros éxitos cinematográficos como A volar joven, El ministro y yo, El bolero de Raquel, El barrendero, El padrecito, El analfabeto, El maestro, El señor fotógrafo, El patrullero 777, Ni sangre ni arena y Su Excelencia.
En 1956 hizo una incursión en la industria estadounidense con El viaje al mundo en 80 días, una adaptación de la obra de Julio Verne, rodada en inglés, que cosechó cinco premios Oscar y se convirtió en la cinta más taquillera de la época. Gracias a esta interpretación Cantinflas se hizo con un Globo de Oro como mejor actor de comedia en 1957. Sin embargo, no tuvo la misma suerte con su segunda producción hollywoodense, Pepe, que resultó un rotundo fracaso pese a que incluyó cameos de personalidades como Frank Sinatra y Judy Garland. Los críticos de la época consideraron que la falta de audiencia de esta cinta se debía a los problemas de idioma, pues traducir al inglés la verborrea del actor era toda una odisea.
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El candidato no oficial más votado
En su faceta más íntima el comediante tuvo una vida sencilla y sin grandes escándalos. Se casó en 1934 con la que sería su única esposa, la rusa Valentina Ivanova (fallecida en 1966) con quien adoptó en 1961 a su hijo Mario Arturo Moreno Ivanova. Fue un gran amante de la fiesta taurina y llegó incluso a crear la ganadería Mario Reyes Hermanos en su hacienda La Purísima, ubicada en el Estado de México.
Mario Moreno falleció víctima de un cáncer pulmonar el 20 de abril de 1993. Su funeral, que duró tres días, se convirtió en un evento multitudinario en el que miles de personas lloraron ante el féretro del actor. Sus cenizas yacen en el Panteón Español de la Ciudad de México.
Dieciocho años después de su muerte, Cantinflas sigue siendo uno de los personajes más queridos por el público mexicano y uno de los candidatos no oficiales más votados en las urnas. Y es que desde que en los años cuarenta al cómico se le ocurriera lanzarse en broma como precandidato a la presidencia, cada sexenio miles de electores indecisos aún ponen su nombre en la papeleta de los comicios generales de México.