Nicholas Ray, cien años de un cineasta rebelde y con causas

Miguel Lorenci

CULTURA

Radicado en España en los setenta, el responsable de «Rebelde sin causa» rodó aquí «55 días en Pekín» y «Rey de reyes», abrió un restaurante y presidió el jurado el festival de San Sebastián.

06 ago 2011 . Actualizado a las 17:50 h.

Pocos cineastas dejaron un legado tan variado y rico como Nicholas Ray (1911-1979). Este domingo se cumplen cien años del nacimiento en Galesvillle, Wisconsin, de este singular cineasta, rebelde con muchas causas, responsable de emblemas de la historia del cine como Rebelde sin causa, Johnny Guitar, Amarga Victoria, Chicago, años 30 o 55 días en Pekín. Actor, guionista y director, Ray fue un electrón libre que tuvo sus más y sus menos con la industria y quienes movían sus hilos en Hollywood y que acabó su desigual carrera buscando nuevos horizontes lejos de la fábrica de sueños. Ray pasó en España largas temporadas, rodó aquí algunas de sus últimas películas e incluso abrió un restaurante en Madrid antes de regresar a Nueva York, donde falleció en 1979.

Cerraba una peripecia que alternó genio y locura y que, como el título de una de sus películas, fue en muchos sentidos «más amarga que la vida».

Raymond Nicholas Kienzle, menor de cuatro hermanos nació el 7 de junio de 1911. El alcoholismo de su padre, un alemán católico convertido al luteranismo, y la dedicación de su madre al mundo del espectáculo, marcaron su destino. Tras abandonar la universidad de Chicago en 1932, se traslada a Nueva York y cambia de nombre tratando de abrirse camino. Regresará Wisconsin invitado por Frank Lloyd Wright, con quien estudió en la mítica escuela Taliesin creada por el genial arquitecto, periodo que conforma la estética de Ray y sus futuras puesta en escena.

Fatalidad

Regresa a Nueva York sin un céntimo. Próximo a grupos de izquierda, se une a un grupo experimental de teatro y conoce a Elia Kazan, su introductor en el cine. Lazos humanos, la primera película de Kazan en Hollywood, tendrá como ayudante de dirección a un inexperto Ray que no tardará en dirigir sus propias películas.

Con el thriller romántico Los amantes de la noche (1949) da prueba del trágico y personal estilo que marcará su carrera y a unos personajes fatalmente marcados por el destino y que dará su mejores frutos en los cincuenta.

Películas como El secreto de una mujer, Llamad a cualquier puerta -protagonizada por Humphrey Bogart-, En un lugar solitario -de nuevo con Bogart y Gloria Grahame, esposa de Ray entre 1948 a 1952- Nacida para el mal, Infierno en las nubes -con John Wayne- La casa en la sombra y Hombres errantes inciden en este trágico, desesperanzado y violento estilo. Como la aportación de Ray a un género que marca un hito con el genial y atípico western Johhny Guitar en 1954, protagonizada por Joan Crawford, un gran éxito de taquilla que abundó en un trágico fatalismo del que trataría alejarse con Chicago, año 30 (1959) con Robert Taylor y Cyd Charisse .

Tras el sonado triunfo de Johhny Guitar y demostrado su dominio del oficio,la Warner Bros le encarga la dirección de Rebelde sin causa. La película que lo encumbraría debía ser una recreación de las tesis del Doctor Robert M. Lindner sobre la violencia adolescente. La Warner tenía los derechos de la obra que debía protagonizara Marlon Brando y dirigir Sidney Lumet. «No me interesaban ni el psicópata ni el hijo de una familia desestructurada» explicó Ray, que reescribió con el productor David Weisbart una cruda historia en 17 páginas trufada de escenas violentas y delitos dando la vuelta al absurdo arquetipo según el cual la maldad anida en las familias pobres y salva a los ricos como los buenos.

Del rosa al negro

Ray recurrió al joven y dinámico guionista Stewart Stern y apostó por James Dean como protagonista frente a los jóvenes como Robert Wagner, Tab Hunter o John Kerr que querían los estudios.

Director y actor tuvieron una infancia desgraciada -el padre de Dean lo abandonó con nueve años- y los dos eran adultos introvertidos. La banda sonora la firmó Leonard Rosenman que puso música al Al este del Edén. La estrella femenina era una Natalie Wood con solo 16 años. Todo un equipo que entró por al puerta grande en el Olimpo del cine.

James Dean muere una semana antes del estreno mundial y se crea el mito que aun pervive. Ray cambia de registro y vuelve a sorprender a finales de los cincuenta con Chicago, años 30, incursión en el musical que de nuevo cuestiona la base de un género que lleva del habitual tono rosa a territorios muy negros.

Muy afectado por la muerte de James Dean Ray lo había perdido todo. Enloquecía a ojos vista y fantaseaba sobre su relación con el malogrado actor erigiéndose en tutor de su legado. Ante los estudiantes de la Sorbona exhibió un rifle gritando que Dean se lo había regalado.

En los años 60 Ray vive a caballo entre los EE.UU. y Europa.

Dirige y rueda Rey de reyes y 55 días en Pekín en el Hollywood español que soñó Samuel Bronston. Rodando esta última epopeya ambientada en la guerra de los bóxers en 1900 sufre un ataque cardíaco que marca el principio de su decadencia. En Madrid abrió Ray club propio, el Nikka's, un bar de copas y restaurante que cuidó durante el año y medio que vivió en España. En el 74 presidió el jurado del festival de cine de San Sebastián.

Se aproxima a mediados de los sesenta a los críticos franceses de Cahiers du Cinéma. Cambia Madrid por París, monta la versión internacional de Cenizas, de Andrzej Wajda, e inicia una colección de pintura. En 1965 trabaja en fallido el proyecto de The Doctor and the Devils sobre los traficantes de cadáveres y asesinos Burke y Rare. En 1967 Ray experimenta con pantalla múltiple en Checoslovaquia y se establece en la isla de Sylt, en el Mar del Norte.

Su vida errante y sus proyectos frustrados minan su moral. En 1968 deja inacabada What, que interpreta junto a su hijo Timothy, un largo sobre la juventud, su complejidad, sus esperanzas y sus relaciones con la generación mayor. En 1969 regresa a Chicago y rueda con los encausados del Conspiracy Trial el proceso contra seis líderes de los movimientos juveniles de izquierda juzgados por traición del que surge 'Conspiracy. The Seditious Movie'.

Con 58 años conoce en la universidad a Susan Schwartz estudiante de 18 años que será su cuarta y última esposa. Contratado por el Harpur College de Nueva York para dar clases de cine, se mantiene en contacto con los jóvenes y afronta We can't go home again que retocaría hasta su muerte.

Su fugaz aparición como actor en El amigo americano de Wim Wenders (1976) será casi su canto del cisne.

Diagnosticado de cáncer en 1978, pasa sus últimos meses como bebedor y jugador compulsivo dilapidando su fortuna. Una degradación filmada en Relámpago sobre el agua último y experimental trabajo que reivindica su rareza. Muere en pleno montaje de un proyecto autobiográfico y agónico que culminaría Wim Wenders.