El Gobierno concede a Jorge Semprún la Orden de las Artes y las Letras

madrid / efe

CULTURA

De este modo se reconoce la extraordinaria carrera literaria de Semprún y su labor como embajador de la cultura española por todo el mundo.

11 jun 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

El Consejo de Ministros concedió ayer a título póstumo la Orden de las Artes y las Letras de España a Jorge Semprún, un escritor universal, un intelectual «de los pies a la cabeza» y una persona «magnífica», según indicó el vicepresidente primero del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba.

Con esta distinción, otorgada a propuesta de la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, el Gobierno quiso reconocer la extraordinaria carrera literaria de Semprún y su labor como embajador de la cultura española por todo el mundo.

González-Sinde viajará hoy a París para asistir en el Liceo Enrique IV al funeral-homenaje del escritor y exministro de Cultura, fallecido el pasado martes por la noche a los 87 años, y en ese acto hará entrega a la familia de Jorge Semprún del galardón. Está previsto que a la ceremonia asistan también, entre otras personalidades, el expresidente del Gobierno español Felipe González y el cineasta Costa Gavras.

Mañana, los restos del escritor serán inhumados en la intimidad familiar en la pequeña localidad de Garentrevilles, situada a medio centenar de kilómetros al sur de París. Semprún será enterrado cubierto de la bandera republicana, respetando el deseo que había expresado en vida.

Reconocimiento del Bundestag

El presidente del Parlamento alemán (Bundestag), Karl Lammert, destacó ayer la relación que tuvo siempre el escritor español Jorge Semprún con la lengua alemana y cómo logró transformar el horror vivido en el campo de concentración de Buchenwald en una fuente de esperanza. «Jorge Semprún consiguió, pese a experiencias horribles, mirar siempre hacia el futuro de forma positiva y optimista», escribe Lammert en un mensaje de condolencia dirigido a la familia de Semprún y hecho público ayer en Berlín.

Lammert recordó el discurso pronunciado por Semprún ante el Bundestag el 27 de enero del 2003, con motivo del Día de la Conmemoración de las Víctimas del Nacionalsocialismo.

En esa disertación, según Lammert, Semprún subrayó cómo el alemán, aun en los días de Buchenwald, no había sido para él solo la lengua de los verdugos, sino también una fuente de esperanza.