Gus Van Sant quita hierro a la muerte en «Restless»

Mateo Sancho Cardiel

CULTURA

13 may 2011 . Actualizado a las 21:10 h.

El cineasta estadounidense Gus Van Sant, acostumbrado a vagar por todo el espectro entre lo comercial y lo experimental, vuelve al cine con Restless, un retrato de la muerte desde su «ala más positiva» con la que ha abierto la prestigiosa sección de Una cierta mirada en Cannes.

Tras perder el avión y cancelar su comparecencia en Cannes prevista para ayer, el realizador apareció hoy ante la prensa por fin, rodeado del juvenil equipo de este filme que produce la también actriz Brice Dallas Howard.

Van Sant, quien gana en Cannes con su vertiente más arriesgada (Elephant y Paranoid Park) y seduce a los Óscar con sus baños de masas (El indomable Will Hunting y Mi nombre es Harvey Milk), ha reconocido que es esta última vertiente la que domina esta cruda historia de amor adolescente.

«Con la historia de Will Hunting fue la primera vez que me moví en una atmósfera más 'mainstream', y descubrí que podía estar bien mirar algo desde un punto de vista superpositivo. Supongo que hay una parte de mí así», ha explicado Van Sant.

Pero esa historia de superación no tenía sobre sí el peso de la muerte como sí lo tiene Restless, en la que Henry Hopper (que aunque se resistía a ser actor, por talento y fisonomía no puede negar que su padre en Dennis Hopper) y Mia Wasikowska (conocida por ser Alicia en el país de las maravillas para Tim Burton) viven una historia de amor contrarreloj por el cáncer que padece ella.

«Cuando un adolescente está afrontando una enfermedad catastrófica, aunque no necesariamente terminal, siente la necesidad de negación de lo que realmente es. No hay meditación en ello, pero buscan continuar con su vida hasta el final», asegura.

El canto a la vida a través de la muerte -operación realizada con éxito por otros cineastas como Isabel Coixet o Julian Schnabel- se convierte en manos de Van Sant en su eterna pareja de outsiders que tienen en sí mismos el único asidero.

«En estos casos, la familia es muy sobreprotectora. La hermana de Annabel no quiere bromear, ni hablar de ideas existencialistas acerca del paso del tiempo» y es por eso que recurre al personaje de Enoch. «Una la persona más cercana pero no familia puede convertirse en tu mejor amigo en esas circunstancias», explica Van Sant.

Dotando a la película de un encantador ambiente otoñal, rodándola en la ciudad de Portland, y creando esos pequeños momentos de excentricidad mágica -se conocen en un funeral-, ayuda a superar el escollo de contar una historia mil veces vista en la pantalla -desde Love Story hasta Noviembre dulce- para alcanzar la honestidad de la emoción e, incluso en un ambiente tan sesudo como el de Cannes, la lágrima en la platea.

«Hay en la película aun homenaje al cine francés, pero me di cuenta cuando estuvo terminada», ha dicho el realizador, quien peina a Wasikowska como a Jean Seaberg, convierte a Henry Hooper en un bohemio atemporal y titula la cinta casi como Breathless, título en inglés de Al final de la escapada.