Fallece a los 94 años María Isbert, carismática actriz de la escena española

J. Luis Álvarez MADRID / COLPISA

CULTURA

26 abr 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

María Isbert, una de las más grandes y carismáticas actrices de la escena española, falleció ayer a los 94 años en el hospital de Villarrobledo (Albacete) por un agravamiento de las afecciones que sufría por su avanzada edad. Entrañable e incombustible, la artista hizo disfrutar con su saber hacer, como protagonista y como secundaria, a varias generaciones desde la dura posguerra a hasta la actualidad. Su capilla ardiente será instalada hoy en el Teatro Circo de Albacete.

La actriz, hija del actor Pepe Isbert y de Elvira Soriano, nació el 21 de abril de 1917 en Madrid. Pronto sintió el tirón de las tablas y debutó en 1939 de la mano de su padre con la obra de teatro Nuestra Natacha. Solo cinco años más tarde, en 1944, interpretó su primer papel en el cine con La vida empieza a medianoche, de Juan de Orduña.

En 1949, se casó con el actor húngaro Antonio Spitzer, con el que tuvo siete hijos, entre ellos los también actores Tony Isbert y Carlos Ysbert -doblador de Homer Simpson o James Gandolfini, en Los Soprano, entre otros-. Su carrera estuvo ligada a la comedia, donde su gracia y maneras la hicieron destacar en obras de teatro como Milagro en Londres, Cartas de mujer, El cianuro, ¿solo o con leche? o El patatús.

Sin embargo, María Isbert es más recordada por sus papeles en el cine, en que la comedia también dejó hueco a la tragedia a lo largo de 250 películas. En los años sesenta, tomó parte en Un rayo de luz, de Luis Lucía; Viridiana, de Luis Buñuel; El verdugo, de Berlanga; y las comedidas La gran familia, de Fernando Palacios -junto a su padre, Pepe Isbert-; Botón de ancla, de Ramón Torrado; Recluta con niño y Los ladrones son gente honrada, de Pedro L. Ramírez; El cochecito, de Marco Ferreri; y Un dos tres, al escondite inglés, de Iván Zulueta, entre otras.

Posteriormente, la actriz participó en películas como El bosque animado y Amanece que no es poco, de José Luis Cuerda, o Vaya par de gemelos, de Pedro Lazaga. Las nuevas generaciones la recordarán por La gran aventura de Mortadelo y Filemón, de Javier Fesser.