Keira Knightley: «Caí en la trampa de interpretar solo papeles estelares, yo misma me la inventé»

ANGÉLICA MARTÍNEZ

CULTURA

La actriz inglesa que ha cautivado a Hollywood derrocha madurez en la promoción de su última película: «Últimamente hago personajes secundarios, yo también quiero vivir», dice a sus 25 años

18 mar 2011 . Actualizado a las 11:57 h.

Poco a poco Keira Knightley (Londres, 1985) se ha convertido en la gran estrella británica de Hollywood. Simpática, reservada respecto a su vida privada y gastando bromas sin cesar durante la entrevista, la actriz estrena Nunca me abandones, basada en la novela del mismo título de Kazuo Ishiguro. En la película interpreta a Ruth, una joven manipuladora que atormenta a sus compañeros de colegio cuando su idílica vida se transforma inesperadamente. Después de entrevistarla, resulta sencillo entender por qué la meca del cine se ha rendido a los pies de esta actriz que sabe representar, como ninguna otra de su generación, la esencia de sus personajes. Junto a Natalie Portman, Scarlett Johansson o Carey Mulligan, Keira Knightley pertenece a ese grupo selecto de jóvenes brillantes que marcan tendencia, están de permanente actualidad y van seleccionando con pies de plomo filmes comerciales e historias independientes para cimentar su carrera.

Sorprende verla como personaje secundario...

Caí en la trampa de interpretar solo papeles estelares, yo misma me la inventé. Pero descubrí que los secundarios pueden llegar a ser más interesantes que los principales.

Es la segunda vez que trabaja con Carey Mulligan, ¿mantuvieron el contacto desde su primera vez?

Sí. Somos amigas desde hace seis años, y ha sido una gran oportunidad volver a trabajar juntas.

¿Es cierto que se llevan como hermanas?

Casi. Tenemos una amistad increíblemente cercana. En esta industria es difícil entablar amistad con una actriz de tu edad, por la competencia, pero nosotras nos llevamos muy bien.

¿Cómo mantienen contacto cuando están lejos, a través de Facebook o de Skype?

No, no, para eso soy malísima. Lo único que hago es leer mis correos electrónicos de vez en cuando y mandar mensajes de texto con el teléfono.

Usted suele interpretar a personajes amables...

Es cierto, siempre hay un elemento de simpatía en mis papeles, y, honestamente, no sé por qué. Tal vez yo añado esa cualidad al personaje y por eso los productores y directores me eligen.

Siendo así, ¿por qué decidió encarnar a Ruth, que no es precisamente amable?

El guión me pareció muy bueno. Luego compré el libro y me pareció increíble. ¡Qué maravilla de novela! Los protagonistas son niños que nunca han tenido amor paterno, por eso mi personaje trata desesperadamente de ser el centro del mundo de quien sea. Lo encuentra en su amiga Kathy, que sin embargo se siente atraída hacia otro lugar.

¿Qué busca en un guión?

Personajes que supongan un reto para mí, temas que me interesen como persona. Aunque Ruth no es particularmente buena, si la conociera me gustaría. Me pareció interesante meterme en la piel de alguien que no es agradable. Una de esas mujeres llenas de rabia, con las que es horrible vivir. Lo que hice fue tratar de mostrar otro lado de su personalidad para que el público la entienda.

Usted no tiene preparación académica como actriz, pero sus padres pertenecen al mundo del teatro. ¿Eso la ayudó?

Sí, por supuesto. Ellos siempre han sido maravillosos conmigo. Me han ayudado desde que tomé la decisión de convertirme en actriz. Jamás me han impuesto sus ideas ni ningún tipo de método de interpretación. De ellos he mamado lo que sé. Es cierto que tal vez he tardado demasiado en entender el consejo que me dieron hace diez años, pero finalmente llegué al mismo punto por caminos distintos.

¿Siempre supo que quería actuar?

Sí. Nunca hubo nada más.

¿Esta película la hizo pensar en el futuro?

Sí y no. Uno de los grandes temas de la película y del libro es la muerte. La gente se cuestiona su mortalidad y esa ha sido la gran experiencia que yo he vivido con este filme. Tuve la oportunidad de hablar sobre la novela y los temas que presenta con su autor, Kazuo Ishiguro, y recuerdo que me dijo que lo mejor para representar este papel era que me permitiera a mí misma ser lo más vulnerable posible.

¿Le gusta la vida impredecible de los actores?

Sí. A mí no me gusta planear nada. Cuando termino una película nunca sé cuál va a ser la siguiente. Soy nómada, por ahora jamás me ha preocupado tener seguridad, me horrorizaría comprometerme con una serie de televisión y atarme a un contrato durante siete años. Digamos que me gusta sentarme en la orilla de la playa y ver qué me trae el mar a la arena.

Ya que esta película está dedicada a la muerte y al tiempo que nos queda por vivir a cada uno de nosotros, ¿qué le gusta hacer a usted con el suyo?

Yo tengo una posición privilegiada. Puedo escoger el trabajo que quiero y suelo dejarme llevar por cosas diferentes. Digamos que ahora lo único que busco es estímulo, situaciones de las que pueda aprender, vidas diferentes para explorar a través de mi trabajo. Busco que me enseñen y busco aprender. Más allá, no sé qué quiero [risas].

Durante los últimos diez años ha trabajado muchísimo. ¿Cómo consigue equilibrar su carrera y su vida personal?

Me he tomado un año de descanso y ahora trabajo mucho menos. Estuve rodando sin parar durante seis años, pero cuando terminé La Duquesa estaba agotada y decidí parar. Últimamente me he dedicado a interpretar personajes secundarios, porque también quiero vivir. No es bueno estar permanentemente dentro de la burbuja de Hollywood, es un mundo irreal. Así que he tratado de darme espacio, desconectar, preguntarme qué quiero y hacia dónde voy. Por el momento voy a seguir con los personajes pequeños pero complicados, como Ruth.

¿Cómo ha pasado su año sabático?

Haciendo lo menos posible. Minimizando mi vida, los fotógrafos me siguen menos y tengo más libertad. Ahora puedo hacer cosas que antes la fama no me permitía, pequeñas cosas, ir al supermercado. Mantener una vida normal cuando estás dentro de la vorágine del cine es difícil. Cuando todo el mundo te conoce y te ven en todos sitios, tu trabajo sufre. La fama excesiva te impide crecer como intérprete. Y yo quiero que mi vida privada me pertenezca. Es sensacional poder sentarte a tomar un café en un bar sin que nadie te reconozca.