«En términos artísticos, Kraus es mejor que Domingo»

césar wonenburger A CORUÑA

CULTURA

El autor compostelano presenta hoy su libro sobre el gran tenor español

24 feb 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Arturo Reverter (Santiago de Compostela, 1941), una de las voces más respetadas de la crítica musical española por su independencia, conocimiento y rigor, presenta hoy en A Coruña (Librería Arenas, 20.30 horas) su última obra, un libro dedicado al tenor de sus amores. El responsable del programa Ars canendi, de RNE, ofrece en Alfredo Kraus, una concepción del canto (Alianza Editorial) un revelador análisis sobre la carrera y los medios del cantante que mantuvo con la ciudad herculina una estrecha relación artística desde su debut, en 1956, con Doña Francisquita en la plaza de María Pita.

-Define usted a Kraus como un francotirador, un rupturista, un valiente... ¿Qué es lo que deseaba cambiar en la ópera?

-Era un rupturista, que supo sintetizar en su estilo las reglas áureas del bel canto clásico con las modernas técnicas de emisión y expresión. Lo que deseaba es dictar unas normas de estudio, de seriedad, de profesionalidad, de rigor.

-Usted parece tenerlo claro, entre Kraus y Domingo el tenor español más importante de la segunda mitad del siglo XX ha sido el primero, ¿no?

-Depende de lo que se considere importante. Si nos atenemos a valor mediático, repertorio, multiplicidad de funciones, cuestiones extramusicales, está claro que Domingo se lleva la palma. Si miramos el valor artístico constante, el servicio a un arte depurado, Kraus es el mejor.

-Su libro no es la típica hagiografía al uso. ¿Qué le hubiese faltado a Kraus para ser perfecto?

-Posiblemente una cultura más amplia, una visión en la que se pudieran abarcar distintas manifestaciones. Faltaba en Kraus omnicomprensión hacia otros fenómenos igualmente valiosos, en el canto y fuera de él.

-Kraus se lamentaba a veces de que el público no era capaz de apreciar su arte. Ahora, tal como están las cosas, lo tendría incluso más difícil, ¿no?

-No lo creo. Un arte verdadero, auténtico, sin las supercherías que estamos acostumbrados a soportar a veces, siempre sería bien recibido. El público aplaude mucho a Domingo, pero también a Flórez.

-Los que no le conocían bien dicen que era frío, algo envarado en escena y su canto demasiado cerebral. Todo falso, ¿no?

-Pues sí, y eso lo explica bien el cantante en el libro. Opinaba que el cerebro es el que manda y sabe transformar las notas en emociones. Para cantar hay que estar lúcido, si no la voz no sale debidamente. No hay que emocionarse de verdad, hay que representar esa emoción mediante el buen canto, riguroso y preciso.

-Su único alumno reconocido fue un coruñés, Quique Paz, que, sin embargo, no llegó a hacer carrera. La sombra de Kraus era demasiado alargada, ¿no podía permitirse que le sucediera alguien capaz de igualarlo?

-Es muy difícil aseverarlo. Quique Paz poseía una gran voz de lírico-ligero, semejante a la de Kraus en algunos aspectos. Recibió sabias enseñanzas del maestro. Pero creo que hubo un cierto alejamiento posterior. Paz decidió dejar lo que quizá hubiera sido una brillante carrera; pero... quién lo sabe.

-En la era de Internet, los blogs, los foros y esas cosas, cada uno puede escribir su propia crítica al llegar a casa y colgarla para que cualquiera la disfrute. ¿Se ha democratizado la crítica o simplemente empobrecido?

-Se ha democratizado y se ha empobrecido probablemente, aunque no por esa razón, sino por otras que tienen más que ver con el saber, el rigor y la independencia.

-El escritor desea ser querido, lo mismo que cualquier artista. Y el crítico musical, ¿a qué aspira?

-Debería aspirar a formar e informar seria y honradamente, con libertad, desde su punto de vista, a ser posible con fundamento. En todo caso, es una labor subjetiva. La objetividad no existe. El lector debe luego, con la información y análisis que se le ofrece, sacar sus propias conclusiones y hacer su crítica personal, que puede coincidir o no con la del articulista.

arturo reverter crítico musical

«Un arte verdadero, sin las supercherías a las que estamos acostumbrados, sería bien recibido»