Caaveiro reabre al público tras doce años de obras

antón bruquetas FERROL / LA VOZ

CULTURA

La Diputación de A Coruña invirtió 2,3 millones de euros en la rehabilitación del monasterio de la fraga del Eume

23 feb 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

«Din que na vida todo o mundo merece unha segunda oportunidade e para Caaveiro esta é a súa». Estas palabras del presidente de la Diputación de A Coruña, Salvador Fernández Moreda, pronunciadas ayer durante la inauguración oficial de la rehabilitación del monasterio trataban de ejemplificar el resurgir de un monumento que estuvo al borde de la ruina. En su recuperación, que se ha prolongado cerca de 12 años, el organismo provincial, propietario del cenobio, ha invertido 2,3 millones de euros. Una cantidad que ha servido para consolidar unos muros que contemplan desde lo alto el mejor conservado de todos los bosques atlánticos de Europa, la fraga del Eume.

«Con esta rehabilitación a Deputación cumpriu co seu deber de conservar o patrimonio de todos os galegos, confiemos en que outras Administracións tomen exemplo e fagan o mesmo», defendió Fernández Moreda en el tramo final de su discurso, que sirvió de arranque para el acto de inauguración de la revitalización de Caaveiro, en el que estuvieron presentes los alcaldes de los ayuntamientos limítrofes y otras autoridades de la zona.

Después le tocó el turno a la arquitecta, Isabel Aguirre, quien junto a Celestino García Braña, dirigió el proyecto para la rehabilitación del monumento. «Arquitectónicamente -dijo- el monasterio de Caaveiro no es de los más destacados de Galicia, pero tiene una peculiaridad que lo hace único: su armonía con el medio que lo rodea, con esos paisajes naturales tan impresionantes». Y es que el cenobio no rompe la roca, sino que se incrusta en ella. Se asienta sobre el mismo relieve original de la montaña para, desde la cima, dominar la confluencia de los ríos Senín y Eume.

Un recorrido iniciático

Pero si de algo se siente orgullosa la arquitecta es del camino que acerca a los visitantes hasta el monasterio y del que lleva al molino que utilizaban los monjes cuando habitaron el monumento. «Caminar por ellos -señaló- es como un viaje iniciático en el que te vas fundiendo con este entorno inigualable». Los senderos fueron edificados piedra a piedra con el objetivo de controlar la caída de agua de la lluvia, que en el pasado provocaba desprendimientos en la ladera.

Ya por último, Isabel Aguirre contó algunas de las anécdotas que surgieron durante el proceso de reconstrucción de Caaveiro. «No teníamos luz eléctrica ni cobertura de teléfono móvil, por lo que si queríamos saber lo que estaba pasando en las obras debíamos coger el coche y conducir durante una hora. En muchas ocasiones no servía para nada».

El acto concluyó con un recorrido por el complejo en el que se encuentra una reproducción del alba de San Rosendo, los dibujos de Caaveiro del pintor ferrolano Pérez Villamil o las copias de planos de la zona elaborados por Francisco Solinis en el siglo XVIII.

El monasterio está abierto al público durante los fines de semana, puentes y festivos.