«Parsifal» vuelve a la English National Opera con un grupo de grandes voces

EFE

CULTURA

En su versión inglesa, el texto sigue plagado de referencias cristianas a la redención, al pecado, al sufrimiento y al Santo Grial.

21 feb 2011 . Actualizado a las 15:24 h.

Doce años después de su estreno y tras una exitosa gira por Europa y Estados Unidos, la puesta en escena de Parsifal, por Nikolaus Lehnhoff, ha vuelto a la English National Opera londinense, donde estará hasta el próximo 12 de marzo.

Es una excelente ocasión de gozar de su música incomparable para quienes se hayan perdido esta imaginativa producción de la ópera final de Richard Wagner, despojada de parte de los elementos misóginos y racistas -antisemitas- que la hicieron incómoda incluso para muchos admiradores del compositor alemán.

En su versión inglesa, el texto sigue plagado de referencias cristianas a la redención, el pecado, el sufrimiento y por supuesto al Santo Grial, la copa que, según la tradición, usó Jesucristo en la última cena y que se convertiría luego en el cáliz en el que José de Arimatea recogería la sangre del crucificado.

Según leyendas posteriores, aquel establecería en Bretaña una dinastía de guardianes del precioso cáliz, cuya búsqueda sería uno de los elementos de las historias medievales del ciclo del rey Arturo, entre ellas la que escribió el poeta y caballero alemán Wolfram von Eschenbach, una de las fuentes de inspiración de Wagner.

Ya que no del texto, lo que habría sido casi imposible sin tergiversar fuertemente el sentido de la obra, Lehnhoff ha eliminado de los elementos visuales de la puesta en escena buena parte las referencias cristianas, que tanto molestaron al filósofo y hasta entonces admirador de Wagner, Friedrich Nietzsche, a la vez que ha modificado el final del drama.

Kundry, la mujer condenada al eterno peregrinaje en busca de la redención por haberse burlado de Cristo en la cruz y escogida por el mago Klingsor para destruir con sus encantos a los caballeros del Santo Grial que le habían antes rechazado, no muere al final sino que sigue a Parsifal por una vía de tren hacia un futuro del que nada podemos adivinar.

Los decorados de Raimund Bauer sustituyen el bosque próximo a Montsalvat poblado por los caballeros del Santo Grial por una fortaleza de hormigón cuya pared exterior ha sido perforada por un gran meteoro que en algún momento de la representación vemos girar por la abertura que ha abierto.

Los caballeros del Santo Grial evocan en el primer acto a los soldados de terracota del emperador de China aunque reaparecen en el tercero y final pesadas mochilas al hombro, como miembros de alguno de los ejércitos europeos que se combatieron hasta la muerte en las fronteras de la Primera Guerra Mundial.

El paisaje que se nos presenta, dominado por los tonos grisáceos, tiene mucho de apocalíptico y recuerda el mundo de La Tierra Baldía, de TS Eliot, o los dramas de Samuel Beckett, aunque a algunos pueda sugerirles los campos de exterminio del Tercer Reich.

Misoginia o mensaje de renuncia a los placeres del mundo aparte, atribuido este a la influencia de Schopenhauer y del budismo, lo que no ofrece duda es la enorme belleza musical de esta ópera, magistralmente servida por la dirección del británico Mark Wigglesworth y la orquesta y el coro de la English National Opera.

Entre los intérpretes destaca sobre todo en el papel del caballero Gurnemanz el gran bajo británico John Tomlison, uno de los más grandes intérpretes wagnerianos y punto fijo desde 1988 del festival de Bayreuth, que con voz noble y poderosa parece asumir personalmente todo el dolor de Amfortas, el custodio del Grial.

Muy bella y clara también, aunque en el registro de tenor es la de Stuart Skelton como Parsifal, el «tonto puro» que, tras vencer las tentaciones de Kundry, recupera en lucha con el mago Klingsor la sagrada lanza con la que sanará finalmente la herida que el mago infirió a Amfortas (un impresionante Iaian Paterson).

La mezzosoprano Jane Dutton canta con pasión e intensidad a Kundry, la mujer que, al servicio de Klingsor, sedujo a Amfortas y trata de hacer lo mismo con Parsifal, pero que en el fondo solo busca la redención mientras que el barítono Tom Fox interpreta con convicción al pérfido mago.