El autor del Museo de Belas Artes coruñés recogerá este martes la distinción
09 ene 2011 . Actualizado a las 02:00 h.El rigor constructivo, la precisión formal y la condición ética de su obra. Son algunas de las palabras con las que el Consejo Superior de Arquitectos de España califica el trabajo de Manuel Gallego Jorreto (O Carballiño, 1936) y explica los motivos para conceder al arquitecto gallego su medalla de oro. «Es un premio que me coge desprevenido porque hace referencia a toda una carrera y no me había dado cuenta de que el tiempo pasa», aseguraba ayer el creador de proyectos como el Museo de Belas Artes de A Coruña, por el que ganó en 1997 el Premio Nacional de Arquitectura.
Tampoco sospechaba Gallego Jorreto que su trabajo, fuertemente vinculado a Galicia, tuviera repercusión más allá de estas cuatro provincias. «Siempre he querido trabajar aquí por una cuestión de eficacia, porque me gusta dedicarme de lleno a las obras y si estás fuera tienes más dificultades -explica el arquitecto, que actualmente trabaja en el «difícil» proyecto del Museo de las Peregrinaciones de Compostela, en la plaza de Platerías-. Tampoco he tenido nunca la ambición de tener muchas obras fuera, sino la de dedicarme de lleno, obsesivamente, a mi trabajo y hacerlo bien».
Ahora que este premio, que recogerá el martes en Madrid, le hace echar la vista atrás sobre su trabajo, afirma que lo que mejor define su trabajo es la coherencia y la mirada crítica. «Me gusta la arquitectura silenciosa que se acerca más a las personas, pero no me gustan el ruido ni el espectáculo», sostiene y dice que con este reconocimiento ha tenido la suerte de que los compañeros hayan valorado esa otra forma de trabajar, ajena a estos tiempos en que algunos arquitectos se han convertido en marcas y en estrellas. «A mí me gusta la arquitectura llena de emoción, que se preocupa por el que está dentro, por el que la vive», asegura.
Junto con el Museo de Belas Artes, Gallego Jorreto se muestra especialmente satisfecho de todas sus intervenciones en la ciudad de A Coruña: el Museo de Arte Sacro, la pequeña entrada al Museo Arqueológico, o las rehabilitaciones del Palacio de Justicia y el Teatro Rosalía. También es autor de las casas de la cultura de Chantada y Valdoviño y la residencia presidencial de Monte Pío, entre otras obras. Con todo, dice este autor que le cuesta juzgar su trabajo. «Cuando observo mis obras, lo que veo es la diferencia entre lo mucho que yo quise poner en ellas y lo poco que salió -confiesa-. En todas ellas hay algo que me interesa y cosas que quedaron por hacer y que entraron en la obra siguiente».