Vuelve el Pinocho ilustrado por Saura

EFE

CULTURA

El pintor se identificaba con este personaje.

04 nov 2010 . Actualizado a las 15:45 h.

Antonio Saura ilustró varios libros durante su vida, pero sólo uno era de literatura infantil, «El nuevo Pinocho», de Christine Nöstlinger, un personaje «desvalido y frágil» pero «sin miedo a nada» con el que se identificaba el pintor, según su hija Marina que ha presentado hoy en Madrid una nueva edición.

Editado por Fondation Archives Antonio Saura, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y Ediciones de la Central, este libro sale simultáneamente en cuatro idiomas (alemán, español, francés e inglés), algo «insólito», y viene con «una buena estrella».

Esa «luz», esa «buena estrella» que para Marina Saura ha guiado la nueva edición de este libro, tras agotarse la primera publicada en 1994 por Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores con el título de «las aventuras de Pinocho», ha hecho que el proyecto haya superado con éxito los muchos obstáculos encontrados por el camino.

Y los ha superado, añade en una entrevista con Efe, con los mejores colaboradores y con el «apoyo» y «entusiasmo» de la propia Nöstlinger, a quien, «de todas las ilustraciones» que existen de su cuento, «las que más le gustan son las de Antonio Saura».

De los libros que ilustró Saura (Huesca, 1930-Cuenca, 1998), «ninguno por encargo» sino por expreso deseo suyo, éste es el «más lúdico, alegre y fresco», lo que explica, en opinión de su hija, el «gran éxito» que tuvo y que se agotase «inmediatamente».

Cuando su padre muere deciden (las herederas, Marina Saura y Mercedes Beldarraín, su segunda esposa, y el albacea de su obra, Olivier Weber-Caflisch) que el Pinocho es el primer libro que tienen que reeditar, por dos motivos: es «lúdico» y le dará a conocer «entre los jóvenes».

Doce años han pasado desde entonces, los necesarios para conseguir todos los derechos, contar con los mejores traductores -Miguel Sanz para la versión española-, el mejor impresor -el suizo Jean Genoud- y un diseñador gráfico «genial», Régis Tosetti, que ha propuesto «una nueva composición y una tipografía arriesgada», con tipos grandes al comienzo de cada capítulo para atrapar a los niños.

El resultado es, subraya Marina Saura, un libro «impecable», que aunque no es barato (49,50 euros) sí es accesible a muchos bolsillos, porque el reto es «llegar a los niños» y, por eso, las tapas son lavables para que puedan «merendar con el Pinocho».

Otra característica que diferencia esta edición de la anterior es que es «mejor» al mostrar «todo el proceso de creación» y «devolver la textura, la variedad de las técnicas empleadas, la diferencia entre dibujos a línea, dibujos coloreados con tintas planas y pinturas sobre papel». «¡A mi padre le habría enloquecido!», afirma.

Y recuerda que este libro «nació de forma difícil» para su padre, quien tras la muerte de sus dos hijas menores -Ana y Elena, hermanas de Marina- había entrado en una «parálisis creativa».

Fue el nacimiento de su único nieto, Pablo, hijo de Marina, que acaba de cumplir 18 años, lo que «le desbloqueo de esa tristeza y esa parálisis», se «animó» e ilustró el Pinocho, el cuento que siempre estuvo el primero en la lista de los relatos infantiles que quería ilustrar, tras «Alicia en el País de las Maravillas», «El Mago de Oz» o «Gargantua y Pantagruel».

Esa lista, Saura empezó a elaborarla al final de su infancia, cuando enfermo de tuberculosis, debe someterse a varias operaciones que le obligarán a permanecer cinco años inmóvil en la cama.

«Mamó los libros desde pequeñito, fueron su escuela. Descubrió el mundo a través de los libros y las revistas. Para él, el mundo está dentro de un libro y las ilustraciones eran muy importantes. Los libros son parte fundamental de su conversión en artista».

Y con Pinocho, «ese personaje minúsculo, especie de caballero andante, que no tiene miedo a nada», Antonio Saura se identificaba.

«Pinocho es un ser desvalido, frágil, que se enfrenta solo al mundo, sin ninguna preparación, con ganas de vivir y de jugar y de reirse, y mi padre -dice- era así. Castigado por su hándicap físico, con un lado oscuro, porque el dolor deja siempre un rastro, pero su carácter era alegre, era muy luminoso, tenía las dos cosas, nunca se quejaba, hacía bromas, tonterías, era un hombre muy simpático».

Dedicada en exclusiva desde la muerte de su padre a cuidar y divulgar su obra, Marina Saura, siente que tras las diez obras ya editadas, incluido «El nuevo Pinocho», esto es «un final y un comienzo» en su vida, en la que quiere retomar su carrera de actriz.

Aunque seguirá siendo «archivera» en la Fundation Archives Carlos Saura (www.antoniosaura.org), en Ginebra, en el «corazón de Europa», porque allí aún hay trabajo para «muchas generaciones» y «mil proyectos» para divulgar la obra del pintor aragonés, que elevó, afirma, «la obra gráfica a la categoría de la obra pictórica».