La artista australiana se convirtió durante casi 40 años es una de las referencias femeninas del belcantismo
12 oct 2010 . Actualizado a las 02:00 h.La célebre soprano australiana Joan Sutherland, apodada en italiano la Stupenda , murió el pasado domingo a los 83 años en su domicilio en Suiza -concretamente en la localidad de Les Avents, cerca de Montreux- tras una larga enfermedad, según indicó ayer su familia en un breve mensaje dirigido a «sus amigos y admiradores».
Considerada una leyenda del arte lírico, Joan Sutherland «falleció en paz el 10 de octubre por la noche en su casa en Suiza tras una larga enfermedad», dice el mensaje.
Fue la «reina del bel canto», señala un comunicado de la Scala de Milán emitido al conocer la noticia. En Milán fue donde, entre 1961 y 1965, la Stupenda cantó óperas de Donizetti, Rossini y Mozart.
«Su voz y su capacidad para interpretar el bel canto italiano dio el impulso a un redescubrimiento de títulos olvidados o infravalorados y, sobre todo, la fuerza de un estilo nuevo», han apuntado desde La Scala.
Personalidad carismática
La soprano, conocida por su voz clara, que cubría una amplitud de notas raras y alcanzaba sin esfuerzo los sonidos más agudos, había nacido en Australia el 7 de noviembre de 1926.
Sutherland, casada con el director de orquesta y pianista Richard Bonunge, se había retirado hacía 20 años, tras una brillante carrera internacional.
«Era una personalidad carismática, de una extraordinaria virtuosidad, un mito», declaró el director general del Gran Teatro, como se llama la Opera de Ginebra, Tobias Richter.
Joan Sutherland, una mujer de fuerte presencia, había debutado en Sídney a fines de los años cuarenta y a fines de los cincuenta se integró en la Royal Opera House de Covent Garden en Londres. Su gran éxito internacional vino con su interpretación en febrero de 1959 en Londres de Lucia di Lammermoor, en una producción del director italiano Franco Zeffirelli y bajo la batuta de Tullio Serafin.
Fueron también muy elogiadas sus interpretaciones de Marie, la traviesa muchacha de La fille du Régiment y los cuatro papeles femeninos de Los Cuentos de Hoffmann , que grabó con Plácido Domingo.
Marcada por la obra de Wagner, la cantante, de voz cálida, vibrante y natural, variaba rápidamente su repertorio descollando en Las bodas de Fígaro (Beaumarchais) y la Flauta Mágica (Mozart).
Desde entonces brilló en las grandes salas del mundo hasta 1990, cuando decidió poner fin a su carrera en la Opera de Sídney a los 63 años.
Las exequias de la cantante se llevarán a cabo en la intimidad, respetando así la última voluntad de la artista.