Los artistas italianos combatieron con el arte a Mussolini

Joaquín Rábago / Efe

CULTURA

La galería Estorick acoge, hasta el día 19 de diciembre, pinturas, dibujos y documentos gráficos producidos en Italia hacia el final del régimen fascista.

21 sep 2010 . Actualizado a las 21:00 h.

Frente a la fascinación que ejerció el fascismo sobre muchos artistas italianos, en especial sobre los futuristas, hubo otros que no solo se resistieron a su maléfico encanto, sino que le combatieron como pudieron con su arte, tal y como muestra una exposición en la galería Estorick, de Londres.

Una de las características claves del régimen fascista consistió en un culto de la personalidad perfectamente orquestado que involucraba la adulación sistemática de aquel líder megalómano y bufonesco, saludado, sin embargo, por sus admiradores como un genio, el salvador de la nación o un superhombre.

De ahí que bustos y monumentos del Duce adornaran edificios públicos y casas privadas y que se le dedicasen estatuas ecuestres en imitación de los grandes monumentos de los «condottieri» renacentistas como la de Colleoni, de Verrocchio, o la de Gattamelata, de Donatello.

La exposición de la Estorick, pequeña galería especializada en las vanguardias italianas de comienzos del siglo XX, que podrá visitarse hasta el 19 de diciembre, reúne pinturas, dibujos y documentos gráficos diversos producidos en Italia y en algún país extranjero como el propio Reino Unido hacia el final del régimen fascista.

Se centra sobre todo en los años que siguieron al derrocamiento de Mussolini por el gran Consejo del Fascismo en julio de 1943 tras el desembarco aliado en Sicilia y el bombardeo de Roma, y a la posterior liberación del Duce por comandos alemanes y su instalación como líder de un nuevo régimen títere en el norte del país, ocupado por los nazis: la llamada república de Saló, a la que dedicó un polémico filme Pier Paolo Pasolini poco antes de morir asesinado.

En esos años finales se destruyeron muchos de los símbolos e imágenes fascistas y demás parafernalia de aquel régimen corrupto, y muchos artistas compartieron la ira popular hacia un dictador que había conducido al país al desastre.

Las obras reunidas ahora en Londres muestran la cara más violenta de aquel régimen, sus sevicias, sus torturas y ejecuciones, ridiculizan al dictador, mostrándole como un auténtico fantoche, o reflexionan sobre la tragedia de la ocupación y la guerra civil.

Destacan por su gran calidad las creadas por Renato Guttuso (1912-1987), el más conocido internacionalmente de los artistas aquí recogidos, representante del realismo estético de la posguerra italiana que había militado personalmente en la resistencia antifascista.

En sus impresionantes estudios para Crucifixión, Fusilamiento en la campiña, Ciociara o La huida del Etna, se nota la influencia directa tanto del Guernicade Picasso como de Los fusilamientos del 3 de mayo de Goya.

Son también impactantes las obras de Mario Mafai (1902-1965), paisajista y bodegonista que denunciaría primero en su serie Demoliciones la destrucción de barrios enteros del centro de Roma para edificar allí la nueva ciudad fascista, y que en una posterior serie bautizada Fantasías documentaría en imágenes de violenta estética expresionista los interrogatorios de presos, las violaciones, asesinatos y masacres bajo el régimen.

La exposición incluye también los dibujos satíricos de Tono Zancanaro (1906-1985), centrados en la figura grotesca de «Gibbo» y su entorno, una nada velada caricatura de Mussolini y los igualmente pomposos jerarcas de su entorno.

También pueden verse dibujos de artistas partisanos - Nicola Neonato, Vittorio Magnani o Renato Cenni -, todos ellos colaboradores del periódico Il Partigiano (El Partisano), que documentan la captura de soldados alemanes, las batallas en los montes o el descanso de los antifascistas en sus improvisados cuarteles.

Finalmente hay material documental sobre el derribo por la muchedumbre, en julio de 1943, de la estatua ecuestre de Mussolini en el estadio Littoriale de Bolonia, y la exhibición pública de los cadáveres de Mussolini y su amante Clara Petacci en el Piazzale Loreto, de Milán, macabro espectáculo del que fue testigo el pintor británico Merlyn Evans (1910-1973), quien le dedicó un cuadro de formas abstractas.