«Escribo libros que no controlo», asegura Donna Leon en su regreso con «Cuestión de fe»

Miguel Lorenci MADRID/COLPISA.

CULTURA

28 may 2010 . Actualizado a las 02:19 h.

«De maravilla. Viento en popa y sin fisuras». Así va la «larga y profunda» amistad entre el comisario Guido Brunetti y su creadora, Donna Leon (Nueva Jersey, 1942). La escritora estadounidense radicada en Venecia y su personaje regresan con una nueva intriga, Cuestión de fe (Seix Barral). Fustiga ahora a los adivinos, a los estafadores, falsos videntes, consultores astrales, tarotistas y otros sacacuartos televisivos.

Esta vez la intriga gira en torno al asesinato de Araldo Fontana, ujier de un tribunal veneciano al que se investiga por su participación en una trama corrupta en la maquinaria judicial italiana. Brunetti tendrá que moverse en un mundo de sugestiones y engaños trufado de sobornos y tráfico sexual.

El tiempo no ha hecho merma en la «profunda y hermosa amistad» que cultivan Leon y Brunetti. Una relación cimentada en un éxito internacional que ha sido liberador para esta estadounidense italianizada desde 1981. «Lo mejor del éxito es que te permite hacer y escribir lo que quieres, cuando y como quieres, sin preocuparte por nada». «Si escribes pensando en que tienes que pagar el alquiler, estas jodido», bromea.

«Escribo mis libros, pero no los controlo», asegura la autora, cuyas novelas «jamás han ido por donde se supone que debían ir» o terminado como creyó que debían acabar.

Donna Leon se presenta como la melómana y la cinéfoba que es: «No voy al cine. No me gusta. Jamás he visto a Brad Pitt o Angelina Jolie en la pantalla. Cuando lo digo parece que cometo un sacrilegio. Me miran mal. Adoro la música clásica. Pero si alguien dice que jamás ha pisado un teatro de ópera o una sala de conciertos, no pasa nada. No soy un San Pablo de la ópera, pero acepto que no guste, como se debería aceptar que no me guste el cine».