Cierta reconciliación

César Wonenburger

CULTURA

14 feb 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

En paralelo a la entrega de los Goya se celebra estos días la Berlinale, en la que el cine español vuelve a brillar por su ausencia, como antes en Cannes o en Venecia, al menos compitiendo en las secciones oficiales. Salvo por Almodóvar, al que la crítica norteamericana y sus amigos en Hollywood profesan una veneración inquebrantable: han vuelto a derretirse con la insoportable Los abrazos rotos, el cine que se hace en España no goza de crédito a nivel internacional, algo así como nuestra economía. A falta de auténtico prestigio parece que las películas escogidas este año sí han logrado al menos conectar con su público natural. Es un buen principio, porque si bien ninguna de ellas podría ocupar un espacio en el catálogo de las joyas, ni rozar si quiera lo que en otro tiempo lograron los Buñuel, Berlanga, Fernán-Gómez, Saura o Erice, en conjunto presentan una calidad razonable con una excepción muy superior al resto: la argentina El secreto de sus ojos. Manteniendo este nivel medio cada temporada, pero además volver a ofrecer al mundo un par de películas por año con auténtica vocación artística que concitaran el interés y la atención que en otras épocas se le dispensaba fuera a algunos de autores, se podría hablar de un renacimiento. Hasta entonces, conformémonos con lo que parece una cierta reconciliación entre la profesión y los espectadores.