Vicente Aranda y Robert Guédiguian cierran el festival de cine de Valladolid

José María Francisco

CULTURA

En vísperas de la jornada del palmarés, los espectadores tuvieron la oportunidad de «hacerse más inteligentes» con el director barcelonés y de conmoverse con el creador francés.

30 oct 2009 . Actualizado a las 20:49 h.

Dos realizadores consagrados, Vicente Aranda y Robert Guédiguian, han cerrado la programación de la Semana Internacional de Cine de Valladolid.

En vísperas de la jornada del palmarés, los espectadores del Teatro Calderón tuvieron la oportunidad de «hacerse más inteligentes» con el director barcelonés y de conmoverse con la última obra del creador francés, basada en la resistencia que ofrecen un grupo de jóvenes al ejército nazi durante la Segunda Guerra Mundial.

Desde que Vicente Aranda debutó en 1964 con Brillante porvenir su filmografía se ha alimentado con guiños a todos los géneros: cine erótico, histórico, fantástico, Luna caliente es una turbia historia ambientada en la España de los setenta, en la que el sexo, la pasión y la muerte -ingredientes habituales en su obra- vuelven a ser los ejes de la narración.

La película narra el regreso de Juan, un poeta burgalés, a su ciudad natal. Este intelectual logró salir de España para ejercer un cargo oficial en la Comunidad Económica Europea. Con motivo del proceso de Burgos, donde fueron juzgados varios activistas de ETA, retorna con la excusa de unas vacaciones.

Pero en su camino se cruza con una chica de 16 años, un torbellino de sensualidad que le lleva a vivir un apasionamiento desbordante y primario que escapa a lo racional. Juan cree haber observado en la atractiva Ramona cierto tipo de insinuaciones, de forma que se atreve a entrar en su habitación en mitad de la noche.

Ramona ha imaginado una relación romántica pero, instintivamente, sin poderlo remediar, él procede a una violación que nada tiene de romántico. El resultado es un cambio radical en ambos, de tal magnitud que los dos dejan de ser lo que han sido hasta el momento para entrar en una zona irracional donde los instintos son el eje de la conducta.

El autor de películas tan comerciales como Juana la Loca, La pasión turca o El Lute, se ha basado libremente en la novela de Mempo Giardinelli para trazar las líneas maestras de su relato, trasladando la acción de la dictadura argentina a los años del tardofranquismo, con el caso de Burgos como detonador de la historia. Un hecho que el cineasta barcelonés conocía de primera mano, ya que él formó parte de los 300 intelectuales y artistas que se encerraron en la Abadía de Montserrat, con el consentimiento del abad, en un acto de protesta contra el régimen del general Franco.

Este clima represivo, un ambiente convulso, se convierte en el escenario de una turbulenta relación que arrastrará a los amantes al más oscuro de los abismos emocionales. Eduard Fernández, Thaïs Blume, Emilio Gutiérrez Caba y José Coronado integran el reparto.

ETA, apoyada y desacreditada

Aunque el primer pase del filme no suscitó, precisamente, los aplausos de los espectadores, Vicente Aranda aseguró que su objetivo, más que satisfacer los gustos de los asistentes a la proyección, es «volver más inteligente al público», quizás, también justificar actitudes pasadas difícilmente comprendidas en la actualidad.

La reflexión de Vicente Aranda se extiende al impacto que supuso hace más de treinta años el apoyo de la población española a los terroristas procesados. «Soy consciente de que la percepción sobre ETA ha cambiado desde entonces acá. Puede resultar paradójico que se hable de una ETA alabada por los intelectuales del momento y vituperada por los intelectuales de ahora. Se trata de un hecho histórico incontestable, y lo más que se puede hacer es dejar claro qué razones existían en aquel momento para que las cosas fuesen así», justifica el realizador barcelonés.

París, 1941. El poeta obrero Missak Manouchian encabeza un heterogéneo grupo de jovenzuelos y emigrados en un combate clandestino contra la ocupación nazi. Se trata de veintidós hombres y una mujer que luchan por un ideal y por la libertad. Las informaciones sobre sus osadas acciones, que incluyen el asesinato de un general de las SS, terminan por llegar a Berlín. Siguiendo órdenes de la Gestapo, la policía francesa y los colaboracionistas asediarán a Manouchian y a sus compañeros de la Resistencia. Este es el argumento del último filme de Robert Guédiguian, seducido por los héroes de la Resistencia por su compromiso con la defensa de la libertad y la Humanidad.

«Se implicaron porque no soportaban ver a los hombres pisoteados, humillados, torturados, asesinados. Para defender la vida se vieron obligados a dar la suya», explica el veterano director, empeñado en defender la necesidad del «compromiso» en la sociedad actual. «Obviamente, de forma muy distinta ahora, la resistencia es tan necesaria como lo era en la Segunda Guerra Mundial», apostilla el autor de La ciudad está tranquila, película con la que consiguió su primera Espiga de Oro. La ovación recogida en las salas de Valladolid, quizás, anticipe su inclusión en el palmarés que se dará a conocer este sábado.