-Todo un detalle de la Academia sueca, ¿no?
-Entre todos los Nobel de aquel año Camilo José destacó mucho por su carisma, por su reconocimiento internacional, porque era muy conocido en un ámbito muy extenso y, por ello, sabiendo que era español, se explica lo del pasodoble.
-Para usted, ¿qué fue lo mejor de aquel día?
-Fue un día muy emocionante. Camilo José estuvo rodeado por amigos, por gentes que se acercaron allí de forma espontánea sabiendo que no podrían estar en la ceremonia; recuerdo que Pedro Ruiz fue solo para felicitarle. Había gentes de todas partes de España donde tenía amigos: de Marbella, de Palma de Mallorca, donde vivió 30 años, de Madrid y, lógicamente, mucha de Galicia.