Los quiebros de Isabel Pantoja

CULTURA

Cerca de 6.000 personas acudieron al concierto que la tonadillera ofreció en la parroquia de Soutomaior en Taboadela de la mano del constructor Ramón Blanco

07 sep 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Llegar a Soutomaior, si se desconoce el lugar, no es tarea fácil, aunque Ramón Blanco haya colocado no solo luces de fiesta, sino flechas indicadoras luminosas para no perderse. Y ayer no era un día para hacerlo en esta parroquia del concello ourensano de Taboadela. Isabel Pantoja era la protagonista de una de las noches más esperadas de este curioso programa de las fiestas de la Salud, que han protagonizado además Barón Rojo, David Bustamante, Rosana, y la pasada noche, Camela.

Pero Isabel es Isabel. Y sigue siendo la Pantoja. Sus incondicionales -hay que decir que de todas las edades y sexos- se agolpaban desde media noche en las primeras filas, a pesar de que en el lado contrario de la carpa una orquesta se afanaba en hacer el tiempo más llevadero. El mecenas de la cita, Ramón Blanco -que pagó de su bolsillo todas las fiestas- está nervioso y se mueve de un lado a otro saludando a la gente. «É que vou subir a falar», me dice. Y efectivamente, lo hizo.

Aprovechó la presencia de cerca de 6.000 personas (en un pueblo de 200) para agradecer a todos el haber acudido y para anunciar que «el año que viene las fiestas de la Salud serán el 3, 4 y 5 de septiembre. Habrá orquestas gratuitas para todos. Y... ¡vendrán Julio Iglesias y Shakira! Espero que me tengáis como buena persona». Bajó del escenario ante el aplauso ensordecedor del público, que acto seguido empezó a silbar exigiendo la presencia de la Pantoja. Una de la madrugada y empieza a sonar la música. Pero los pitidos continúan hasta que sobre el escenario aparece ella: la Pantoja. De blanco. Y como hay algo mágico que une a la tonadillera con su público -que todo le perdona- los silbidos se convirtieron en gritos de ¡Isabel, Isabel, Isabel! Da un quiebro, y se mete al público en el bolsillo.

Mensaje secreto

«Si has decidido que te marchas de mi vida./ Si lo has pensado y esta vez vas a dejarme./ Nada puedo hacer, son cosas del querer./Tendré que vivir sin ti y acostumbrarme». Con las primeras letras del tema Pero vas a extrañarme inició el concierto la tonadillera. Una mujer le comenta a su amiga: «Es un mensaje secreto que le lanza a Julián Muñoz». Parece que haberlos, haylos.

Algo no debe ir bien en el sonido, porque nada más terminado el tema, Isabel se excusa ante los presentes: «Muchas gracias. Perdonad, se me ha caído la petaca. Ahora mismito regresamos». Se hace un silencio entre la multitud. Caras de asombro y perplejidad. Algunos empiezan a afilar los dedos para iniciar los silbidos cuando, de repente, entra Isabel de nuevo en el escenario. Con paso firme avanza de cara al público hasta que llega casi al límite del palco y en ese momento, da un nuevo quiebro. «¡Olé, olé y olé!» gritan sus incondicionales y de nuevo se mete al público en el bolsillo. Le siguieron canciones como Veneno , Perdona si te hago llorar (una de las más seguidas por el público) o Háblame del mar marinero . En total dos horas y media de un concierto que será recordado en la parroquia de Soutomaior por mucho tiempo, o por lo menos hasta que, si al final es verdad, la visiten el mismísimo Julio Iglesias o la incombustible Shakira.