En buena medida el éxito de Capote se cimentó sobre su atención al detalle, tanto como observador como luego sobre el papel. Con estas cualidades se convirtió en la figura principal del llamado «nuevo periodismo», que consistía en aplicar técnicas novelescas a la narración de hechos verídicos. La cima fue A sangre fría, la minuciosa reconstrucción de todos los miembros de una familia, los Clutter, de un pueblecito de Kansas. Capote se pasó cuatro años recopilando material en el lugar y trabó relación con muchos de los implicados en el caso, incluidos los dos asesinos. Esto último fue una fuente tensión para él, ya que habían sido condenados a muerte: no deseaba la ejecución de nadie, pero hasta que los ajusticiasen no podría rematar la obra. Se le acusó de desear ese final violento para la culminación de su libro.
Al igual que en su obra narrativa, la polémica también persiguió el periodismo de Capote. Mucho antes, en 1956, trazó un retrato íntimo de Marlon Brando, titulado El duque en sus dominios. El actor accedió al encuentro con la condición de que no se grabase ni se tomasen notas. Al principio, se encerró en sí mismo, pero después cayó en la trampa de Capote, que le fue revelando intimidades para que Brando le correspondiese. El resultado es un clásico del reportaje.