Cine británico de altura en «Buscando a Eric», de Ken Loach, y «Cheri», de Stephen Frears

M.?A.?F.

CULTURA

17 ago 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Ken Loach y Stephen Frears, además de coincidir en ser británicos lo hacen en haber estudiado Derecho y en sentirse atraídos por el teatro en sus inicios profesionales. Además de todo eso, comparten inquietudes sociales en su cine, más en el caso de Loach, con amplia experiencia previa en el documental.

En Buscando a Eric , coproducción entre varios países europeos presentada en la pasada edición de Cannes, Loach se mantiene fiel a su estilo combinando comedia con drama en un asunto con ingredientes futbolísticos en el ambiente proletario de los suburbios de Manchester.

Eric Bishop, cartero en la ciudad, tiene su vida familiar y sentimental hecha un lío, con unos hijos que no lo entienden. Todo puede cambiar cuando, después de un partido, solicita un autógrafo a Eric Cantona, estrella de su equipo favorito, el Manchester United, donde jugó hasta 1997. Logrará granjearse la amistad de Cantona, y quizá eso le ayude a salir del pozo.

Con guión del colaborador habitual de Ken Loach, Paul Laverty, en el reparto participa el propio futbolista francés, actualmente actor ocasional.

Dirigiendo a Pfeiffer

Frears, que alterna en su filmografía los rodajes para la industria de Hollywood con otros de cine más personal, y que no rodaba desde su último éxito, The Queen (2006), regresa al cine de estrellas con Cheri , aunque ahora en coproducción con Alemania y Francia.

Presentada al festival de Berlín, adapta la novela homónima de la escritora francesa Colette con guión del también realizador británico Christopher Hampton.

Michelle Pfeiffer y Kathy Bates encabezan el reparto de una trama ambientada en el París de 1920, en la que el hijo de una aristócrata será iniciado en los secretos del amor durante seis años por una amiga de su madre mayor que él. Cuando finalmente contrae matrimonio con otra mujer, no podrá olvidar a su maestra.

Aunque la crítica acreditada en el festival de Berlín se dividió ante el resultado, hubo coincidencia generalizada en cuanto a que el autor de Las amistades peligrosas (1988) recobró parte de su sutileza dramática.