Calendario solar
El profesor José Luis Galovart apunta que si algunas de las formas circulares de una roca indicaban el equinoccio, otras oblicuas a ellas podrían indicar los solsticios, abriéndose así la posibilidad de que el conjunto se tratase de un calendario, «o de dos calendarios, entre ellos, desfasados trece grados». «Estudio actualmente sus características y pienso que tanto en Mogor (Pedra dos Mouros) como en el Lombo da Costa (Cotobade) se trata más bien de una estructura con forma de calendario en la que se encaja el calendario real de la época», afirma, para añadir: «Esta estructura la determinan las formas circulares más notables y grandes y, desde la línea equinoccial, tiene una apertura comprendida entre cuarenta y cincuenta grados; para ser real, debería ser aproximadamente de treinta grados. Por esta razón, creo que el conjunto no obedece a una razón práctica de medir el tiempo, sino sagrada, artística y simbólica».
Estos primeros pasos son, según su autor, el inicio de un largo camino que la ciencia debe afrontar. «No dudo de que aparecerán cosas más complejas y que costará descifrar, pero habrá que trabajar mucho en los próximos meses y años; en mi opinión habría que hacer un plan de trabajo donde arqueólogos y topógrafos trabajaran unidos, sobre veinte o treinta grabados geométricos notables... Y medir, medir mucho», concluye.