Las pinturas de la corte india de Jodhpur llegan por primera vez a Europa

Joaquín Rábago / EFE

CULTURA

La exposición «Jardín y Cosmos» se presentará al público deste eeste jueves y hasta el 23 de agosto en el Museo Británico, en Londres.

26 may 2009 . Actualizado a las 22:15 h.

Cincuenta y seis pinturas prestadas a título excepcional por la colección real del museo Mehrangarh, de Jodhpur (noroeste de la India) y nunca antes vistas en Europa, se presentarán al público desde este jueves y hasta el 23 de agosto en el Museo Británico. «Jardín y Cosmos» se titula la exposición, que explora dos distintos estilos de pintura que, con su correspondientes temáticas, florecieron entre 1725 y mediados del siglo siguiente.

Algunas de esas pinturas, de estilo muy ornado, muestran los placeres temporales de la vida cortesana y los boscosos escenarios de las grandes epopeyas indias mientras que otras están centradas en la especulación metafísica y los mitos sobre el origen del universo.

Una pintura al guache que abre la exposición resume a la perfección ambos mundos: una especie de díptico titulado «El Ashram del sabio Markandeya y el Océano Lechoso»: en su parte izquierda aparece un frondoso jardín en el que el rey, que lo ha perdido todo, pide, arrodillado, consejo a un hombre sabio, quien le consuela diciéndole que «todo es ilusión y que la riqueza procede del interior» de la persona. En la parte derecha aparece el dios hindú Vishnú sobre una serpiente cósmica de múltiples cuerpos y cabezas, dormido en medio de las aguas primordiales del océano cósmico antes del comienzo de un nuevo ciclo, según explicó a EFE Sona Datta, experta en arte asiático del British Museum.

Todas las pinturas se crearon para disfrute personal de los maharajás que gobernaron la región de Jodhpur y sus distintos estilos representan las diferentes sensibilidades estéticas y los diferentes puntos de vista políticos y espirituales de tres generaciones de esa corte del noroeste de la India, en Rajastán. El primero de esos maharajás, Bakhat Singh, que reinó entre 1725 y 1751, reconstruyó el palacio de Nagaur en estilo mogol con jardines con arriates de formas geométricas, blancos pabellones, baldaquines bordados y agua corriente, que transformó el árido desierto de Rajastán en una especie de paraíso terrenal.

Las pinturas que representan la vida cortesana muestran claramente la influencia de las miniaturas persas, son de un elevado naturalismo y una increíble atención al detalle, según Datta. «Muchas de esas imágenes son el equivalente pictórico de los ragas», esos esquemas melódicos de improvisación típicos de la música clásica india, explica la experta. Datta agreaga que «la pasión, el erotismo funciona en ellas por sugerencias. Se trata siempre de la anticipación del acto amoroso sin que se muestre nunca su culminación».

El rey es representado casi siempre en compañía de su numeroso harén, disfrutando de todo tipo de placeres terrenos, celebrando gozoso la llegada de la primavera o viendo divertido cómo los elefantes, perseguidos por sus súbditos, causan el caos en sus jardines.

Durante el reinado de su sucesor, Vijai Singh (1752-1793), el taller de Jodhpur creó un formato singular de manuscrito monumental con pinturas que cuentan las historias de las diversas divinidades hindúes: Krishna, Rauma y Durga.

La mayor transformación se produjo en el reinado siguiente, el de Man Singh (1803-43): el nuevo maharajá marginó a la nobleza hereditaria, dedicó su reinado al ascético Jallandharnath y elevó a la familia de ese gurú a la elite palaciega. Man Singh encargó a los artistas de la corte más de un millar de pinturas tanto para ilustrar conceptos metafísicos como parece establecer la legitimidad religiosa de ese esotérico grupo: la secta religiosa de los yoguis nath.

Son pinturas que vuelven la espalda al mundo de las apariencias de la vida cortesana y se ocupan del mundo interior de la especulación filosófica sobre el misterio de la existencia y el origen del universo.

Los artistas al servicio de Man Singh evocan lo absoluto mediante campos sólidos de pigmento dorado y crean pinturas que son a la vez lujosas e inmateriales. Su abstracción, que las hace decididamente modernas, es como la estética de lo sublime.

La última sala está dedicada a los llamados océanos cósmicos: siete enigmáticas pinturas cuyo significado no han podido descifrar los expertos, según explica la comisaria: los mahasiddhas - ascetas inmortales, dotados de poderes extraordinarios- parecen flotar sobre océanos suavemente ondulantes de distintos colores.