Carmen Iglesias desmonta la visión negativa de la historia de España

CULTURA

Critica, sin embargo, que los políticos actuales consideren a los adversarios como enemigos a destruir.

19 feb 2009 . Actualizado a las 22:36 h.

No siempre lo peor es cierto (Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores). El título de la última obra de la historiadora Carmen Iglesias, que toma de una comedia de Calderón, es toda una declaración de intenciones. «Como decía John Elliott, en España siempre se espera lo peor y los españoles tienden a ver su historia desde el ámbito más negativo, no los historiadores, pero sí el gran público y no digamos los políticos», explica a La Voz esta catedrática de las Historia de las Ideas Políticas y académica. «Se trata de entender que el pasado no se puede ver en términos de blanco y negro, de un enfrentamiento de buenos y malos, de rojos y azules, romper con el maniqueísmo, la inercia y la pereza a las que se tiende cuando se piensa que este país no tiene arreglo», añade.

Iglesias rechaza de pleno esa visión apocalíptica, acomplejada y autodestructiva de nuestra historia y considera imprescindible ver los acontecimientos pasados en su contexto histórico, sin proyectar un presentismo pesimista. La clave de su libro es que la historia española no es muy diferente de la de otros países europeos de su entorno, aunque tenga sus propias singularidades. La diferencia es que «nosotros hemos interiorizado los errores como un fatalismo, mientras los franceses están orgullosos de Napoleón, que dejó un reguero de cadáveres, y Gran Bretaña nombró sir al pirata Francis Drake». «Ellos están orgulloso de su historia y nosotros nos torpedeamos desde dentro», añade.

Pero sí destaca un aspecto negativo que pervive. «Uno de los vicios de nuestra cultura política que se da con más frecuencia de la debida y llega hasta hoy mismo es la tendencia de nuestros políticos de anatematizar al adversario, considerarlo como un enemigo a destruir». Esto supone una marcha atrás que explica porque «es más fácil descalificar a los demás, a veces personalmente, que argumentar». Por eso elogia la convivencia de los políticos en la transición.

Iglesias pone en cuestión la idea de la decadencia de España, ya que «es erróneo acercarse a la historia en términos de éxito o de fracaso, cuando la realidad es mucho más compleja». En ese sentido, añade que «la fracasomanía lleva a pensar que todo ha sido decadencia desde la pérdida del Imperio». También critica la estrechez de miras de los nacionalismos. «La historia que se enseña en algunas autonomías, sobre todo las gobernadas por nacionalistas. Es un disparate absoluto, el aldeanismo es tal que los niños solo se saben los ríos que pasan por su comunidad», afirma.