Las dificultades de un certamen con 400 filmes en cartel

La Voz

CULTURA

06 feb 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Para entrar en una de las 400 películas que este año proyecta la Berlinale casi hace falta haber hecho un máster. Cada año se profesionaliza más la compra de entradas, y por tanto -estamos en Alemania- también se complica más.

En la misma Potsdamer Platz, en el meollo del festival, donde están la mayor parte de los cines que participan en la programación, y dentro de las Arkaden -un gran centro comercial- se forman largas colas la víspera de la inauguración.

Hay que echarle paciencia y nervios de acero. A pesar de que este año han colocado grandes pantallas, como en el aeropuerto, donde puede verse si quedan o no entradas para la película deseada, cuando finalmente llegas a la taquilla resulta que solo puedes comprar dos entradas por persona y película, con un máximo de tres días de antelación dependiendo de los cines, no puedes pagar con tarjeta y un largo etcétera de condicionantes.

Alfombra roja a la espera

Casi seguro que algo haces mal mientras que el de atrás comienza a perder la paciencia. Al final lo mejor es dejar que decida el destino. Porque de lo que se trata es de respirar el trajín que esos días impera en el centro de Berlín, con la alfombra roja a la espera de que Kate Winslet, Leonardo DiCaprio, Michelle Pfeiffer, Renée Zellweger, Keanu Reeves, Demi Moore, Willem Dafne, Woody Harrelson o Steve Martin, entre otros, se paseen sobre ella y hagan felices a los mitómanos que persiguen una mirada de las estrellas.