Convertir Europa en «la fortaleza Europa», levantar una defensa «inexpugnable» (según el mito fomentado por la propaganda nazi) que guardase la espalda del esfuerzo bélico alemán en el Este después del victorioso paseo de la Wehrmacht por Dinamarca, Noruega, Holanda, Bélgica y Francia al principio de la Segunda Guerra Mundial. Esa fue la concepción del muro del Atlántico, al que desde ayer la Fundación Luis Seoane dedica la exposición Atlantikwall. Arquitecturas bélicas en las playas del Oeste , con una serie de imágenes que explican qué representa la inmensa obra en la actualidad, seis decenios después.
Esta serie de construcciones defensivas escondían, sin embargo, el lastre de ser una respuesta forzada del Tercer Reich a su incapacidad para llevar la blitzkrieg , la guerra relámpago, más allá del canal de la Mancha y poner fin a la contienda en el frente occidental, y representaron la paradoja de una apuesta bélica, la alemana, cuya concepción de la guerra entregaba toda su suerte a la movilidad, a la velocidad, a la ruptura.
15.000 construcciones
El arquitecto y fotógrafo José Froján Resúa y la urbanista María Fernández Rebollido plasman en sus imágenes la evolución, el abandono o la integración en el medio, según los casos, de las alrededor de 15.000 construcciones que formaban el Atlantikwall y que puntearon de forma discontinua (a pesar de su nombre) el litoral atlántico europeo a partir de 1941. La muestra, dividida en dos apartados diferenciados, por un lado analiza las Tipologías constructivas de los búnkeres, baterías, bases y fortificaciones; por otro, bajo la denominación de Tramas , explica esos elementos dentro de su contexto.
La exposición, que estará abierta al público durante lo que resta de mes y el próximo, puede visitarse de martes a sábado de 11 a 14 horas y de 17 a 20, y los domingos, solo en horario de mañana.