Lanzan un SOS a la Xunta para que proteja las torres alemanas de Lugo

Xavier Lombardero

CULTURA

11 abr 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Radioaficionados de toda España abrieron una petición colectiva a la Xunta de Galicia para intentar que proteja los tres grandes radiofaros que el Tercer Reich alemán instaló en 1940 en la Terra Chá lucense como sistema de posicionamiento y localización de submarinos y aviones en el Atlántico. Las imponentes antenas de 112 metros, también conocidas como las antenas de Hitler o las torres de O Arneiro, son los últimos vestigios de un primitivo sistema de radiolocalización (predecesor del GPS) europeo, del que sacaron provecho igualmente los británicos para sus operaciones bélicas, y del que también formaba parte otra base similar en Sevilla. Esta desapareció y la de Cospeito lleva el mismo camino después de haber prestado servicio a la aviación civil hasta principios de los años setenta.

La calidad de construcción del sistema Elektra-Sonne enviado desde Alemania queda fuera de toda duda, pero tras el abandono, una de las torres -situada en A Graña (Abadín)- se vino abajo hace dos años y otra en Momán (Cospeito) muestra una peligrosa inclinación tras romperse uno de los vientos que la sujetan. Sus equipos electrónicos y generadores fueron saqueados hace años y ninguna administración parece hacerse cargo de ellas. Historiadores como Serafín R. Trashorras o radioaficionados intentaron llamar la atención sobre un patrimonio que, pese a los muchos años pasados desde su construcción por la Telefunken, todavía en 1997 sirvió para conectar por radio con Nueva Zelanda, a 17.000 kilómetros de distancia. Y el año pasado la Asociación de Radioaficionados Pórtico da Gloria realizó más de cien contactos en Europa en pocas horas. Se especuló con la posibilidad de hacer de ellas un museo de las comunicaciones, sin éxito.

La titularidad, clave

Nuevamente los radioaficionados -muchos visitan periódicamente O Arneiro - han lanzado un SOS a la Xunta para evitar que desaparezca una parte de la historia chairega. El ingeniero electrónico afincado en Madrid Justo Novo abrió una página en Internet a través de la que se reclama su conservación. Alguna misiva enviada a la Xunta fue respondida por el director xeral de Patrimonio Cultural, Felipe Arias Vila, buen conocedor de estas estructuras, pues dirigió durante muchos años el museo del castro de Viladonga, en la misma comarca luguesa.

Arias reconoce la desprotección y peligros que entrañan las moles de acero, y sabe del interés de un grupo de personas, en el que se encuentra el arquitecto Mario Crecente Maseda, por estudiarlas y rehabilitarlas. «Estamos en disposición de acometer su inclusión en el Inventario General de Patrimonio Cultural, bien directamente, bien a través de su inclusión en el catálogo del futuro planeamiento del Ayuntamiento de Cospeito», dice el director xeral en una respuesta del pasado 26 de marzo.

«En cuanto al peligro que su estado actual pueda suponer para personas y bienes, son sus propietarios ¿públicos? y subsidiariamente el Ayuntamiento los que deben tomar las medidas de señalización, vallado o protección que proceda para evitar riesgos, pues al no estar todavía inventariados, esta dirección general no puede acometer, desde el punto de vista legal y económico-administrativo, ninguna actuación al respecto, pese a los intereses que ofrecen estos elementos de la historia contemporánea y de arqueología industrial», añade en respuesta a un radioaficionado. Las torres no están balizadas para su localización nocturna.