«¡La América de hoy no se entendería sin los gallegos...!»

CULTURA

Bebo y Chucho Valdés, dos leyendas de la música, actúan esta noche en el Jofre

21 nov 2007 . Actualizado a las 02:03 h.

Lloviznaba un poco, anoche, cuando Bebo y Chucho Valdés llegaron a Ferrol, la ciudad en la que hoy (teatro Jofre, 20.30 horas, todas las entradas vendidas desde hace días) ofrecerán un concierto. El viento venía del mar, de ese Atlántico que separa -¿o quizás acerca...?- a Galicia de Cuba. Ellos sonreían, a pesar del cansancio del viaje, continuamente. «¡La América de hoy no se entendería sin los gallegos...!», decían los dos, viva muestra de que las leyendas, en este caso de la música, también pueden ser padre e hijo a veces. Mi abuelo era gallego -cuenta Bebo-. Yo no sé, pero creo que era de Caramiñal. Siempre hablaba de la ría y de Caramiñal. Pienso que quizás fuese soldado, que fue a la guerra... Lo que sé es que se quedó allí, en Cuba. Y allí murió. Se llamaba Ramón, Ramón Amaro, pienso. ¿Puede ser Amaro, se dice así...? Los mejores amigos que yo he tenido eran gallegos. Mi madre cantaba una canción que decía Una noite en la eira do trigo... ¿La conoce, usted, esa...?». «Lo que más admiro de los gallegos es su carácter; son gente trabajadora y sincera», apunta Chucho, que escucha a su padre, un tanto conmovido, y que lo mira con unos ojos que además del cariño no ocultan la admiración en ningún momento.

«Cuando voy a Brasil...»

«Nosotros -sigue Bebo- tenemos un 25 por ciento de gallegos. Cuando voy a Brasil y los oigo hablar yo digo: estos hablan gallego. Con otro acento diferente, pero gallego. Y me vienen los recuerdos».

«Cuando nosotros estamos en Galicia -añade él, mientras su hijo, a su lado, asiente en silencio- sentimos que estamos en una casa de la familia. Mi madre y mi abuela sabían hablar gallego. ¡Es que Galicia...!». «¿Y la cocina, la cocina de acá, qué me dicen ustedes...? -interrumpe Chucho, muy brevemente- ¡La cocina de Galicia, amigo...! ¡Ay, un respeto...!».

«A mí me gustan mucho los percebes -tercia Bebo, mientras su hijo sigue sonriendo-. Además, es una cosa que no he encontrado en ningún otro lugar del mundo. Pero ahora no puedo comerlos, por el colesterol, ¿sabe?», añade mirando a Chucho, como pidiendo permiso medio en secreto. Y su hijo, con aire bonachón, sentencia: «Por un día no pasa nada».

Cuando a Chucho Valdés le preguntan por su padre, no oculta ni lo mucho que lo admira ni lo mucho que lo quiere: «Para mí -explica- estar con él es como tomar una lección, con él siempre aprendes algo nuevo. ¿Y como padre...? ¡Como padre es maravilloso! Es lo máximo. Si hay algún padre mejor que este, yo no lo conozco».

A los dos les gustan los teatros como el Jofre, del siglo XIX. «¿Cómo es la acústica?», pregunta Bebo. Y uno, claro, no sabe responderle más que, por lo que dicen, muy buena. «Ya, pero ¿buena para qué cosa?», insiste él, y ahí sí que ya no se encuentra la respuesta. «Estos teatros -interviene Chucho, como reflexionando en voz alta- son obras de arte. No, no están hechos para la electrónica».

«Pero la música es buena siempre -añade su padre-. La música de todo el mundo es buena. En ella se ve como es cada pueblo». Después, mientras se despiden, Bebo pregunta, poniendo ojos de niño: «Oiga, ¿y aquí habrá caldo gallego?».