Richard Gere levanta pasiones en San Sebastián

Ch. L. Monjas

CULTURA

El actor recibió el primer Premio Donostia de Zinemaldia 2007 de manos de Aitana Sanchéz-Gijón.

24 sep 2007 . Actualizado a las 14:27 h.

Gracias a Richard Gere, los responsables del Festival de San Sebastián han acallado las críticas de los últimos años por la falta de glamour del certamen. La estrella norteamericana no se olvidará de los cien metros que separan el Hotel María Cristina del Teatro Victoria Eugenia, recorrido que hizo a pie rodeado de centenares de seguidores a los que no paró de saludar y sonreír.

Todo jugó a favor del altruista y comprometido actor, uno de los hombres que más fantasías femeninas suscita. El buen tiempo, la jornada dominical y mujeres de tres generaciones apostadas a las puertas del hotel esperaban a este maduro galán, que se dio varios baños de multitudes en San Sebastián, donde, además de recoger el primero de los dos Premios Donostia, galardón que le entregó Aitana Sánchez-Gijón, presentó su último trabajo en la sección Perlas de Zabaltegi.

Gere confesó que no se esperaba el cálido recibimiento que tuvo en esta ciudad a la que llegó el sábado, al filo de la madrugada, y con un retraso de doce horas. «Fue una recepción tan generosa...

Había muchas personas con los ojos muy abiertos, alegres y tan cariñosas...¿Cómo no vas a responder a eso? Llevo muchos años actuando, pero antes, cuando me encontraba con una situación parecida, tenía una respuesta muy primaria: escapar. Ahora he madurado y entiendo que la vida es así», recordó el artista este domingo en el que se entregó al numerosísimo público que le seguía en romería a donde iba.

Y del reconocimiento popular al oficial. Sin exigencias ni caprichos, un Gere relajado y dicharachero habló primero con un grupo de periodistas y después protagonizó una de las ruedas de prensa más multitudionarias de toda la historia del certamen. Fiel a su imagen -pelo largo y plateado, vaqueros negros, camisa azul y chaqueta gris-, el intérprete que se dio a conocer en 'American Gigolo' desplegó todas sus artes de seducción con los medios, incluso abrazó a una periodista, a los que transmitió buen rollo y optimismo.

Preguntado por el Premio que le habían dado, trofeo que en anteriores años recibieron Robert Mitchum, Gregory Peck y Glenn Ford, este defensor de la causa del Dalai Lama confesó que se sentía «muy humilde». «Crecí viendo las películas de esos actores.

Estoy en un momento extraño, llevo casi cuarenta años en este oficio y siento que ni siquiera he llegado a la mitad de mi carrera. El Donostia me anima mucho porque en la pequeña localidad en la que crecí sólo había un cine, el Hollywood, y yo iba a ver las películas de muchos de los que aquí han premiado», comentó el artista, que tiene muy presente esa «experiencia mágica» de ir a una sala «para compartir con otras muchas personas imágenes, sueños y sentimientos». «Somos más semejantes que diferentes y eso el cine nos lo muestra cada día», apostilló.

«No me siento especial»

En su caso, parece ser que el ser una celebridad no es «ni una actitud ni está en mi carácter. No sé qué es una estrella, sólo forma una pequeña parcela de mi vida», manifestó este actor que no planea su carrera -«todavía no sé que voy a hacer cuando crezca», apuntó- y gestiona con profesionalidad una popularidad que traspasa fronteras. «No me siento especial. Todos participamos de esa experiencia orgánica de buscar el amor y la sabiduría. Noto esa conexión

íntima con la gente y me llega al fondo del corazón», expresó el ex de la top model Cindy Crawford y actual marido de la también actriz Carey Lowell, madre de su único hijo. Ajena a la dimensión mediática de su marido, Lowell paseaba por la ciudad sin que nadie la reconociera.

Consciente de su atractivo físico, herramienta de la que ha hecho gala en sus numerosas apariciones en la gran pantalla -Oficial y caballero, Cotton Club, El doctor T y las mujeres y, sobre todo, en Pretty Woman, cinta que le hizo más famoso y millonario-, Gere, que gano el Globo de Oro por el musical Chicago, practica el budismo y ha creado una fundación benéfica por la lucha contra el sida y contra la violación de los derechos humanos.

Valedor de la cultura y la filosofía tibetanas, ha liderado una campaña contra los Juegos Olímpicos de China, que se celebrarán el próximo año. «Es un momento decisivo para la historia de China, que puede tomar varios caminos. El crecimiento económico debe de ir acompañado por el humano. Me gustaría que tuvieran éxito, pero no lo conseguirán si siguen abusando de los tibetanos y otras minorías. Las Olimpiadas son una fantástica oportunidad para demostrar su grandeza, no sólo en beneficio de los chinos, sino del mundo entero», añadió.