La Mostra de Venecia cumple 75 años

Efe

CULTURA

Es el festival de cine más antiguo del mundo.

25 ago 2007 . Actualizado a las 21:33 h.

La Mostra de Venecia cumple 75 años y, si hubiéramos de comparar su trayectoria con la de una persona, podríamos decir que es como una de esas que se pasan toda la vida enfermas, pero luego nos entierran a todos.

De hecho, es el festival de cine más antiguo del mundo, pese a haber caído varias veces en coma, como se puede adivinar con sólo observar que el 75 aniversario coincide con la 64 edición.

Y es que, a pesar de tener una madre sana, la Bienal de Arte, los problemas de salud empezaron desde su alumbramiento: la Mostra nació, en 1932, con una tara, la del fascismo.

Como si fuera una premonición de su futura esquizofrenia, el film con el que se inauguró oficialmente el certamen fue «El hombre y el monstruo», de Rouben Mamoulian.

Y así, aunque las primeras ediciones gozaron de libertad y hasta proporcionaron escándalos -como el desnudo integral en 1934 de Hedy Kieslerova, luego más conocida como Hedy Lamarr, en Éxtasis, del checoslovaco Gustav Machatý- la Mostra desarrollaría pronto el transtorno cerebral de la censura.

En 1935, se prohibió el cine soviético, y en 1939, el estadounidense, que un año antes había recibido un premio más acorde con el gusto político del momento: Blancanieves y los siete enanitos, de Walt Disney.

Los vencedores de la edición de 1938 fueron reflejo de los aires políticos que se vivían: «Olimpiada», de la alemana Leni Refenstahl, y «De una misma sangre», del italiano Goffredo Alessandrini.

Al ser cintas propagandistas del nazismo y el fascismo no es de extrañar que recibieran la Copa Mussolini, otorgada a la mejor película extranjera y a la mejor italiana.

Si la infancia de la Mostra no fue feliz, tampoco la pubertad. La primera vez que cayó en coma fue en 1941 cuando, con motivo de la II Guerra Mundial, se suspendió hasta 1946.

De vuelta a la vida, comenzó una juventud alegre, aunque tuvo que conocer el estrés de la vida adulta, la competencia, al nacer el Festival de Cannes en 1947.

Aún así, llegaron sus años más felices gracias a la gran calidad que adquirió en aquel momento el cine italiano con directores como Roberto Rossellini, Luchino Visconti, Michelangelo Antonioni o Federico Fellini.

A finales de los cuarenta y durante los años cincuenta, la Mostra conoce la presencia de nombres legendarios del cine como, además de los ya citados, John Huston, Orson Welles, Fritz Lang, Jean Cocteau o Ingmar Bergman.

A ellos se unía el «glamour» de actores y actrices: Rita Hayworth, Joseph Cotten, Olivia de Havilland, Marlon Brando, Sofía Loren, Marcello Mastroiani...

Además, la Mostra empezaba a conocer el cine oriental, con la inclusión en su programa de Akira Kurosawa, Hiroshi Inagaki o Satyajit Ray.

Al cumplir los treinta años, la Mostra maduró y huyó de lo mundano, de las presiones políticas y de la industria para atenerse sólo a criterios estéticos.

Fue ahí cuando encontró su vocación, la de admirar el cine como arte, expresada en su nombre: Muestra Internacional del Arte Cinematográfico de la Bienal de Venecia.

Son los años de Pier Paolo Pasolini, de Bernardo Bertolucci, de Vittorio de Seta, que renuevan el cine italiano, y de Luis Buñuel, Jean Luc Godard, Alain Renais y Karel Reisz, que hacen lo propio con el europeo.

Pero el gen fascista, aún existente en su estatuto, le lleva a sufrir la crisis de los cuarenta al confrontarse con el mayo del 68.

En 1969 desaparece la sección competitiva, disfrutando así del simple placer de ver cine y premiar únicamente carreras, como la de John Ford o la de Charlie Chaplin.

Pero las diferencias políticas en Italia la hacen desfallecer de nuevo en 1973, año en que no se celebró.

La Mostra entra así en una depresión que le hace colapsar de nuevo en 1977 y 1978, hasta que el año siguiente, extirpados los males políticos, reaparece el León de Oro, galardón a la mejor película, y comienza de nuevo la sección competitiva.

La superación de la crisis de identidad dio lugar a un festival más maduro, más sabio, pero más burgués, con cabida para todos: Rainer Werner Fassbinder, Tom Cruise, Emir Kusturica, Lindsay Lohan, Nikita Mijalkov, Mel Gibson, Lars Von Trier, Richard Gere, Takeshi Kitano, Tom Hanks, Mira Nair, Oliver Stone o David Lynch.

Y así hasta estos 75 años, en los que disfruta una vejez dorada, con algunos vicios, como mirar con la libido subida a una Hollywood que exhibe sin pudor sus estrellas, pero con la seguridad y la tranquilidad que otorga la experiencia.