Alejandro Sanz embelesa al Coliseo con un espectáculo a lo Julio Iglesias

Rubén Ventureira María Vidal

CULTURA

24 ago 2007 . Actualizado a las 03:51 h.

Alejandro Sanz y Julio Iglesias no sólo comparten su condición de madrileños que han alcanzado estatus de estrellas internacionales residentes en Miami. Sus espectáculos tienen ahora el mismo formato, idéntico envoltorio de lujo. Quién se lo iba a decir (y perdón por semiparafrasear al aprendiz Bisbal) a Alejandro cuando era un veinteañero de Moratalaz y Julio ya se marcaba duetos con la enorme Diana Ross.

Escenario descomunal, una banda extraordinaria, voces femeninas de tronío en los coros, espectacular despliegue de luz y de sonido... A Julio Iglesias ya se le había visto en este plan en el Coliseo en numerosas ocasiones. Y en su última actuación coruñesa, el 30 de julio del 2004, Sanz ya estuvo en esa onda. Ayer profundizó en el camino. Arropado por doce músicos, y ante más de 9.000 almas embelesadas -se rozó el lleno absoluto-, abrió el concierto con El tren de los momentos , tema que da título a su último disco, que fue desgranando sin olvidar algunos clásicos de su discografía. Entre ellos, no faltó Corazón partío , esa canción que compuso en quince minutos en un hotel de Monterrey y que sopesó regalar a Camela por resultarle «demasiado flamenquita».

Un ídolo discreto

El paso del cantante por A Coruña fue de lo más discreto. Su llegada estuvo precedida de la publicación en Hola! de unas fotografías del cantante «en actitud cariñosa» (según la jerga de la revista) con Raquel Pereda, mujer que forma parte de su equipo como road manager . Para evitar a los paparazis , jugó al despiste. Se anunció que llegaría el miércoles de madrugada a bordo del autocar de la gira, con cocina y dormitorios. El vehículo llegó a la hora prevista, pero sin Sanz. Después se filtró que llegaría a Alvedro por la noche, pero lo hizo por la tarde. Eso sí, recién aterrizado, no perdonó una cena a base de pulpo con cachelos.

También se jugó al despiste con el hotel. El equipo de técnicos y músicos que lo acompañan se repartió entre el AC (frente al Coliseo) y el NH Atlántico, en los céntricos jardines de Méndez Núñez. El miércoles por la noche había fans a las puertas de ambos hoteles. Lo esperaban armadas con lápiz y papel. Ninguna lo llegó a ver más allá de los sueños. Estaba en el otro extremo de la ciudad, en una suite del Hesperia Finisterre, el único cinco estrellas de A Coruña. Allí lo localizó recién llegado una afortunada fan. La chica estaba de cumpleaños, y de regalo se llevó una conversación con su ídolo; después se fue al Coliseo en busca de una buena posición de salida hacia las primeras filas. Allí pasaron la noche ella y otros seguidores (mayoría femenina aplastante).

Lejos de los flashes

Alejandro Sanz apenas pisó la calle. Sólo salió ayer por la mañana a dar un paseo en coche por la ciudad y sus alrededores. Después repuso fuerzas -comió caldo- en el hotel, que tiene vistas a la Dársena de la Marina. Como los paparazis sabían que a las siete de la tarde tenía que realizar la prueba de sonido, se plantaron una hora antes frente al hotel, donde aguardaba un coche de su séquito. Pero Sanz no usó ese vehículo, sino un Citroën estacionado en La Solana. Por ahí salió tranquilamente, sin flashes, acompañado por Raquel Pereda y por su hija Manuela, de 6 años, fruto de su relación con Jaydy Mitchel. Ya no se movió del Coliseo hasta el recital. No estaba previsto que hiciese noche en A Coruña, sino que partiera tras el espectáculo a bordo de su autocar-suite .