Manuela Canosa, tras la crisis de los 50 y decir «no volveré a ser autónoma», emprende en A Coruña: «La gente está siendo muy maja»

VIVIR A CORUÑA

Manuela Canosa, propietaria de Dulce Manuela (Posse, 43).
Manuela Canosa, propietaria de Dulce Manuela (Posse, 43). Y.G

Esta muxiana acaba de abrir junto al Centro Comercial Cuatro Caminos un espacio que vende productos de la pastelería Praliné y otros obradores artesanales

30 nov 2024 . Actualizado a las 04:29 h.

La de los treinta, la de los cuarenta, la de los cincuenta... Parece que cambiar de década lleva adscrito una crisis emocional. Manuela Canosa, muxiana afincada en A Coruña, tuvo la última tras el fallecimiento de su padre y se sustanció en una baja médica de dos años, durante la cual tuvo que abandonar el último negocio que emprendió. Lo cuenta ella misma a La Voz: «Cumplí los 50 años, murió mi padre... Me pasaron muchas cosas, y en ese momento cogí la baja y me dije que nunca más iba a ser autónoma, esto es durísimo».

El tiempo lo cura todo y como ejemplo, Manuela. El período de restitución de la salud sirvió para que volvería a la vida del trabajador por cuenta propia, que tantos quebraderos de cabeza puede dar. «Cuando me recuperé, no sabía qué iba a hacer. Pensé en enviar currículos en tiendas de alimentación, pero la idea de esta tienda surgió con una conversación con Susana», cuenta.

Esa mujer es Susana Lata, una de las caras tras el mostrador de la bombonería Praliné (Orzán, 150), con más de veinte años de experiencia en la ciudad. «Fue un día, estando en su obrador, que me preguntó: "Manuela, ¿qué vas a hacer ahora?". Y ahí fue cuando surgió la idea de abrir otro punto de Praliné en A Coruña. Me puse a buscar local y aquí estamos», cuenta Manuela.

El resultado de todo eso se materializó el pasado 14 de noviembre, con la apertura de Dulce Manuela (Posse, 43). Ella está feliz con la acogida. «Todo ha ido muy bien desde la apertura. La gente es muy maja, entran por la puerta, quieren buen producto y lo pagan. Además, conocen Praliné», cuenta. Y ya casi se ha olvidado de dejar de ser emprendedora porque, confiesa: «Ser autónomo es un estilo de vida, te tiene que gustar, pones tu energía, tu forma de ser va en tu tienda», afirma.

Ese compromiso con el riesgo o la incertidumbre no lo podría haber asumido sin el apoyo de su gente más cercana. «Durante los más de veinte años desde que soy autónoma, siempre he tenido la ayuda de mi familia, mis amigos...», recuerda. No obstante, en esta última etapa, dice, tiene mención especial su pareja, Eugenio, por su gran ayuda para hacer realidad Dulce Manuela.