Cuando en A Coruña el Orgullo solo juntaba a diez valientes: «Los noventa fueron años durísimos»

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Fito Ferreiro se besa con su pareja en la plaza de María Pita en el Orgullo del 2005
Fito Ferreiro se besa con su pareja en la plaza de María Pita en el Orgullo del 2005 CESAR QUIAN

En pleno Atlantic Pride, dos activistas rememoran los tiempos en los que el colectivo LGTBI+ comenzaba a dar la cara en una ciudad que, según indican, aún sufre las heridas del crimen de Samuel Luiz

09 jul 2024 . Actualizado a las 16:05 h.

«Ola. Estamos aquí». Hacía falta decirlo, hacía falta gritarlo. Este fue el lema con el que el colectivo homosexual —entonces visibilizado en su mayoría por hombres gais— salió a la calle en A Coruña en el 2010 para decir basta. Era una de las primeras veces que se concentraban con una lona, que pedían respeto e igualdad en unos días fundamentales para atraer el foco mediático y romper estigmas. Aunque ya hacía tiempo que la agrupación Milhomes echara a andar para defender los derechos del colectivo y barrer tabúes, en las ciudades de provincias los armarios tenían cerrojos imposibles, y casi nadie se atrevía a enarbolar banderas multicolor.

El pasado 28 de junio casi 1.500 personas marcharon hasta la plaza de María Pita para clamar por la educación, el respeto y la paz. Es 2024 y la extrema derecha recuerda, con resultados como los que dejaron las elecciones europeas, que los derechos adquiridos pueden perderse. Unos derechos que se consiguieron gracias a la constancia y la lucha de quienes, entre otras cosas, se atrevieron a dar la cara cuando el Orgullo en A Coruña no juntaba a más de «diez o veinte personas». Lo recuerda Fito Ferreiro, activista LGTBI+, que ha visto cómo esta urbe ha ido evolucionando de la mano de unas concentraciones que siempre fotografían cada contexto histórico.

Imagen del Orgullo del año 2016, frente al Obelisco
Imagen del Orgullo del año 2016, frente al Obelisco PACO RODRÍGUEZ

Ferreiro envía varios recortes de prensa de los primeros años de este milenio para entender la coyuntura social de la época. En uno de ellos, José Carlos Alonso, entonces presidente de Milhomes, calificaba sin ambages a A Coruña de «ciudad homófoba». Era el 2005 y faltaban tan solo dos meses para que se aprobase el matrimonio entre personas del mismo sexo. «Creo que A Coruña no es una ciudad homófoba ahora ni lo era entonces; simplemente veníamos de unos años noventa durísimos donde era imposible que nos desarrolláramos». A continuación, Ferreiro menciona figuras clave de la época contrarias al colectivo como el cardenal Rouco Varela, Manuel Fraga, José María Aznar o el entonces alcalde socialista Francisco Vázquez, que expresó su rechazo a la ley promulgada por su entonces partido.

Este activista habla de escollos a la hora de organizar actividades que fueran más allá de la fiesta, alimentándose así un cliché que aún colea. Entonces las celebraciones tenían lugar «en el Patachín, el Alfaiate o el Sex Machine, y no era como ahora, solo había homosexuales. Salvo algún amigo hetero concienciado y alguna mariliendre, el resto éramos gais. Nos sentíamos mejor así, aunque supiéramos que muchos heteros lo que tenían era miedo de ser tachados de maricones, pero por lo menos estábamos en un espacio seguro, que en otras ocasiones muchas veces no encontrábamos».

Es esa mentira convertida en vida, en la que uno se ponía el disfraz de heterosexual para ir a trabajar, al médico o a comer con la familia los domingos, lo que hacía que la noche se convirtiese en el momento en el que podían sentirse ellos mismos. «Se vincula el Orgullo con la fiesta y es por esta razón. En mi opinión está bien porque creo que se puede reivindicar de forma festiva, pero es importante que estos días no solo sean fiesta». En plena semana del Atlantic Pride, Ferreiro indica que hubiese preferido que se dedicase más presupuesto «a los actos y actividades de la semana pasada que a estos conciertos. Son cosas diferentes».

La ciudad lleva años volcándose con un Orgullo que comenzó siendo gay para acabar siendo LGTBI+. Sandra López, presidenta de LesCoruña, menciona lo mucho que tardaron las lesbianas y bisexuales en ser rostros visibles de este colectivo. «Era una reivindicación histórica que estuviésemos visibilizadas, no podía ser que no aparecieran nuestras siglas. Además, en A Coruña el movimiento empezó con Milhomes... que ya con el nombre lo dice todo. Después llegó Alas, que sí tenía mujeres y fue un revulsivo», comenta López. La presidenta de esta asociación comenta, además, que las mujeres están siempre un escalón por debajo de los hombres. «La homosexualidad masculina sigue mucho más aceptada porque el machismo llega a todas las esferas, también a nuestro colectivo».

López lleva unos doce años manifestándose cada Orgullo, algo menos que Ferreiro, también porque pertenecen a generaciones diferentes. En cualquier caso, la experiencia les lleva a marcar el año 2021 como punto de inflexión en A Coruña. «El crimen de Samuel es una gran herida que sigue sufriendo la ciudad y nos hizo reaccionar porque en parte nos habíamos relajado y nos dimos cuenta de que aún queda mucho por lo que luchar», dice Ferreiro. Además, la presidenta de LesCoruña también indica que el precedente de la sentencia del caso de La Manada había sido en cierto modo un germen que llevó a la sociedad a movilizarse en masa. Efectivamente, Fito Ferreiro recuerda que en el 2018 «contábamos con 200 personas en la manifestación y vinieron unas 2.000. Vino mucha más gente joven y se notó que las cosas empezaban a cambiar».