Pedro Santamaría, psicólogo experto en envejecimiento: «Cuando la gente deja de ser productiva, pierde su valor social»

L. G. V.

VIVIR A CORUÑA

cedida

El 6,8 % de los vecinos de A Coruña son mayores que viven solos. El especialista reprende a la sociedad por infantilizar y dejar de lado a este sector poblacional: «No tienen ni libros para ejercitar la memoria pensados para ellos, usan manuales infantiles»

13 oct 2023 . Actualizado a las 11:27 h.

Hace unos días los vecinos de la Ciudad Vieja despedían a Pilar Diéguez, una mujer de 91 años que pasó toda su vida en este histórico barrio de A Coruña. No es una manera de hablar: fue un residente de la zona quien se la encontró tendida en el suelo de su casa en una de las visitas rutinarias que solían hacerle para comprobar que estaba todo bien. En las Festas do Rosario hubo un recuerdo especial para ella. Pilar era afortunada. Disfrutaba de un enjambre de contactos que no suele ser habitual en las ciudades, pero tampoco en los entornos rurales, cuya dispersión poblacional deja a muchos mayores aislados. 

En la ciudad herculina, según los datos del INE más recientes, el 6,8 % de los mayores de 65 años viven solos. La soledad no elegida por la mayoría de personas de esta franja de edad se incrementa por una tendencia generalizada —que plasma el concepto de edadismo— de rechazo a la tercera edad. Lo explica Pedro Santamaría, miembro del Grupo de Psicología del Envejecimiento del Colexio Oficial de Psicoloxía de Galicia (COPG).

Para este experto, se trata de una lacra en la que tienen que intervenir las instituciones, sí, pero también la sociedad acogiendo a un grupo cada vez más numeroso —los mayores de 65 años representan el 26 % del total de la ciudad— que merece el mismo trato y respeto que cualquier ciudadano. «Aunque se hacen empeños a nivel arquitectónico, como la creación más plazas y más bancos; en general hacen falta políticas que tejan relaciones intergeneracionales». Hace referencia Santamaría a la necesidad de integrar a los mayores en el día a día de una ciudad. «Si desde un concello plantean unos conciertos gratuitos, es importante que se piense también en la población envejecida, que aunque haya bandas de rock, pop o reguetón, que ellos tengan su espacio con música que les gusta». Por eso, para este psicólogo es importante que ese trazado urbano donde antes se hacía tanta vida, por ejemplo, con las fiestas de los barrios, se estructure para que siga atrayendo a gente de diversas edades.

Comenta también este psicólogo que la discriminación que sufren los mayores, y que les lleva muchas veces a estar encerrados en casa, pasa por un prejuicio social que es transversal a diferentes esferas de la vida. «Están excluidos de prácticamente todo: la tecnología les resulta hostil, pero entre otras cosas porque no entienden el lenguaje digital, y esto en parte se debe a que los nativos digitales son los jóvenes, pero también piensan en ellos los programadores cuando desarrollan una aplicación, en lugar de pensar que hay más targets. Esto da como resultado una profecía autocumplida». Hasta en los libros para ejercitar la memoria, indica Santamaría, se deja de lado a los mayores. «Se les da el material que usan los niños, con dibujos y un lenguaje infantil, parece que no tienen derecho a tener sus propios manuales o ejercicios».

«Cuando la gente deja ser productiva, pierde su valor social. Esto es injusto porque el legado de los mayores es tremendamente importante, igual que darle a estas personas su lugar. Muchas veces, o están solos o acaban relegados a tener un papel de cuidadores de nietos o ser el sustento económico de la familia». Todo esto, sobre todo a las personas que están solas, puede acabar por causarles «problemas de depresión, ansiedad o miedo a salir de casa, por ejemplo, por si se caen bajando una escalera y no tienen quien les ayude».

Para Santamaría, en los últimos años se ha visto un avance a la hora de favorecer el envejecimiento activo de los mayores, pero no se ha dedicado tanto esfuerzo en paliar estas soledades impuestas. Países como el Reino Unido o Japón cuentan ya con sendos ministerios de la Soledad, para combatir esta pandemia silenciosa. «Está bien para darle entidad a una problemática que necesita una solución cuanto antes. Y no nos olvidemos, estamos hablando de mayores, pero cada vez más jóvenes sufren también por esto».