Los nuevos barrios de la ciudad alejan la idea de que la ciudad herculina vuelva a crecer en altura
09 ago 2023 . Actualizado a las 05:00 h.La arquitectura de A Coruña mira al cielo. Su actual skyline atesora el edificio más alto de Galicia, la torre Hercón (119 metros), y el primer rascacielos de España, el edificio del Banco Pastor. Una oda a la especulación del siglo pasado, que no ha tenido su réplica en este. Ni el barrio de Xuxán, ni los proyectos de Visma y As Percebeiras van a tener un rascacielos. «Son edificios muy interesantes arquitectónicamente, pero son fruto de una época hiperespeculativa que hoy no toleraríamos», explica Fernando Agrasar Quiroga, arquitecto y miembro del COAG.
Muestra de ese tiempo pasado fue la última gran torre ideada para la ciudad. Francisco Vázquez puso encima de la mesa en el año 2000 la intención de levantar un edificio de 180 metros en la parcela de As Percebeiras. El complejo buscaba alojar a unos 2.000 vecinos y, gracias a su verticalidad, pretendía dejar un gran espacio libre en su entorno.
La idea de si es mejor levantar una gran torre o un varias edificaciones más pequeñas es «una vieja cuestión arquitectónica muy debatida desde inicio de la modernidad», explica el experto. «Los rascacielos no son buenos ni malos. Se pueden hacer insostenibles y peligrosos y otros que tengan valores muy positivos, como el ahorro energético y la ordenación urbana. Es una cuestión compleja», añade.
Más allá del debate, este proyecto nunca vio la luz, la parcela sigue vacía y la nueva propuesta es que las construcciones no superen las ocho alturas.
Fernando Agrasar Quiroga es claro y explica que próximamente no habrá más rascacielos en A Coruña porque el plan general no lo permite. Así, otros espacios donde no se han planteado son en el nuevo barrio de Xuxán, con edificios por debajo de las 10 alturas, o en el proyecto de Visma, aunque podrían alcanzar las 20 plantas.
En donde sí ha cimentado relativamente la construcción en altura es en Someso. El maltrecho centro comercial Espacio Coruña es una muestra fallida de lo que iba a ser una Castellana a la coruñesa. Sin embargo, los edificios altos siguen viendo la luz. Está Amura, una torre que ya ha finalizado su estructura de 16 plantas; y el proyecto del estudio Rubio Arquitectura, de 33 plantas y 111,40 metros de altura. La que no verá la luz es la torre Infinity, que iba a tener 16 plantas.
A pesar de ello, el arquitecto señala que la época de asociar el progreso o la modernidad a una torre alta —y si puede ser, acristalada— ha terminado. Y apunta que convertir, por ejemplo, seis bloques de edificios de diez plantas en una torre de 60 es complejo. «Si construyes en altura optimizas, pero el coste y la energía son altos. Los rascacielos residenciales son complejos porque hay que seguir unos criterios de seguridad», relata.
Lo bueno que aportan las construcciones que se están planteado en las diferentes zonas de la ciudad, sean o no rascacielos, es que aumentan la densidad de población, una realidad que tiene «pocas cosas negativas porque sirve para generar actividad y optimizar los recursos», explica Agrasar Quiroga. Sin embargo, recuerda que la ciudad herculina cuenta con un buen número de viviendas vacías y en mal estado. Así, recomienda no solo construir nuevos barrios, sino revitalizar los que ya existentes. «Rehabilitar es más barato que construir; permite consolidar barrios y zonas de la ciudad», sentencia.