Este barrio marinero tiene todos los alicientes para ser una de las zonas mejor valoradas de la ciudad. Abandonado y sin apenas recibir visitantes, el futuro se presenta incierto pese a los proyectos urbanísticos que hay sobre la mesa
12 sep 2023 . Actualizado a las 17:58 h.Cuando Emma Suárez en Julieta llega a Redes para vivir con Xoán un idilio con sabor a sal, descubre que hay sitios a solo 600 kilómetros de la M-30 donde el tiempo no se detiene, pero pasa muy despacio. El filme de Pedro Almodóvar muestra la cara más agria de un pueblo costero, donde el mar es aliado y contrincante, y la locura una fiel compañera. Con todo, el poder del cineasta manchego y el encanto inigualable de este lugar de Camouco, en Ares, bastaron para convertir Redes en lugar de visita obligada para quienes disfrutaron esta película. Algunos creen que el escenario de esta película podría haber sido As Xubias.
«Redes tiene una huella modernista inigualable, no nos vamos a pasar, pero si se hubiesen hecho bien las cosas aquí viviríamos en un sitio similar. La cuestión es que no se cuidan las balconadas gallegas, la mayoría de casas están tapiadas, el embarcadero se cae a cachos desde que soy pequeño y lo único que abunda es la insalubridad». Habla un vecino de toda la vida de As Xubias que, sin embargo, se ha visto obligado a abandonar este enclave paradisíaco y abandonado que enfila la salida de A Coruña hacia Oleiros y Culleredo. Se ofrece a poner en contacto a La Voz con varios residentes de la zona y a contar su visión de un barrio donde creció y donde le gustaría ver crecer a sus hijas, pero no quiere dar su nombre porque, explica, de todo lo que cuenta «la mitad de cosas no se pueden publicar».
Ese hombre reconoce que aunque tiene la casa familiar alquilada y suele quedar con amigos en A Toquera, el bar más antiguo de A Coruña y probablemente el local con mejores vistas de la ría, se pasa por As Xubias menos de lo que le gustaría. «Se me cae el alma a los pies cuando vengo», comenta. Dar una vuelta por la zona con él es abrir heridas. «Aquí jugábamos de pequeños y mira ahora, no queda ninguno, esto está desértico», dice, para a continuación rogarle a Manolo, el dueño de A Toquera, que no cierre el local porque, de suceder, «As Xubias se convertirá en un gueto».
Manolo le dice que se quede tranquilo, que mientras el cuerpo aguante estará al pie del cañón. Por un lado, porque aunque debería estar jubilado no sabe hacer otra cosa; por otro, porque se lo debe al barrio, que gracias a su taberna recibe todos los días foráneos encantados de descubrir un local que todavía es un secreto a voces en la ciudad.
Mientras en el centro, y también en barrios periféricos, los coruñeses se pelean por conseguir una terraza al sol, en As Xubias de Abaixo reina la concordia y uno puede disfrutar de una cerveza con una postal inigualable. Quien lo probó lo sabe, que diría Lope de Vega, al vecino que nos hace de guía le sorprende que los más pudientes de A Coruña no hayan descubierto este filón. O, cuando lo hicieron, apostasen por planes controvertidos para la zona.
«Esto debería ser la milla de oro de la ciudad, no un barrio a punto de desaparecer. El problema es que cuando llegó el bum de la construcción hubo varias promotoras interesadas en edificios y solares que, con la crisis, dejaron los proyectos abandonados. Si a eso le sumas que los vecinos se han ido muriendo, tienes este resultado», indica. Puntualiza que no quiere convertir su barrio en punto de peregrinaje de nuevos ricos, sino convertirlo «en una zona con gusto y clase, que lo ponga a la altura que merece».
Rober, vicepresidente de la Asociación Cultural Eumedre de As Xubias de Abaixo —que toma el nombre de un vecino de la zona que era actor de comedia—, es más del «Virgencita que me quede como estoy». A sus 48 años, lleva toda la vida viviendo delante de la ría y lo único que pide es que haya mejoras básicas y fundamentales «para que el barrio no esté abandonado». Asegura que hace más de diez años que ningún alcalde se presenta en As Xubias de Abaixo, y pide, ante todo, mejoras en el transporte. Aún así, es franco: «Prefiero esto como está a que haya proyectos urbanísticos que alteren la zona». Y también consciente del devenir de la zona: «En As Xubias de Abajo seremos 35 vecinos, no vamos a recuperar los 150 que había antes, pero el barrio no va a morir porque hay herederos». Además de herederos hay fincas y casas en venta que permiten que nuevos inquilinos se sumen a la vida ordinaria de la zona. La mayoría supera los 200.000 euros y llevan mucho tiempo sin que nadie les guiñe un ojo.
Mientras tanto, en los últimos años diferentes iniciativas han llevado As Xubias al foco mediático herculino. Por un lado, el esqueleto que iba a ser un párking y acabó convertido en botellódromo, terminó derribándose hace unos meses tras cuarenta años criando malvas; por otro, la pasarela entre Santa Cristina y As Xubias, que lleva más de un año tensando las relaciones entre la alcaldesa Inés Rey y la conselleira de Infraestructuras e Mobilidade, Ethel Vázquez. A todo esto hay que añadir la construcción de un paseo marítimo que no acaba de llegar. Los dos kilómetros que separan la playa de Oza y el puente de A Pasaxe llevan años suscitando controversias por las diferentes formas de abordar un proyecto que afecta directamente al pequeño núcleo urbano de As Xubias.