El coworking en A Coruña, un negocio que va mejor cuando todo va peor

VIVIR A CORUÑA

Neurall, en Matogrande
Neurall, en Matogrande MARCOS MÍGUEZ

Estos espacios de trabajo viven días de vino y rosas gracias a la implantación del teletrabajo en la pandemia y a la escalada de precios de la energía. Cada vez más trabajadores ven en este modelo una salida a sus quebraderos de cabeza

15 feb 2023 . Actualizado a las 10:16 h.

Treinta euros por una oficina virtual. Es decir, por alquilar un espacio para recibir la correspondencia, disponer de un domicilio fiscal o servicio de escáner. Hace unos años esta era una estampa más propia de Black Mirror que de un edificio de Matogrande. Pero a estas alturas de la película a pocos les resulta ajeno el término coworking. Ese lugar donde se habla de sinergias y brainstorming que caló hondo en infinidad de empresas y trabajadores una vez la pandemia llegó para arrasar nuestras vidas. En estas oficinas, a veces fantasma, se reúne un ramillete de emprendedores y compañías de diversos sectores para emplear su tiempo laboral. En algunos casos por hartazgo tras pasar meses en pijama y zapatillas frente a la pantalla del ordenador y, en su mayoría, por las ventajas económicas que obtienen de estos espacios, donde pagan una cuota fija, por lo que no se ven afectados por la escalada de precios de la electricidad —al menos, en horario de oficina—.

Ante la demanda masiva de estas zonas de trabajo, son muchos los avispados que se han lanzado en A Coruña a montar sus coworkings, y peinan ya el centro de la ciudad, polígonos y el área metropolitana. Uno de los primeros en tener esta acertada visión de negocio fue Juan Diego Pereiro. Hace más de diez años y con la crisis del 2008 dando coletazos, este coruñés dejó su trabajo para dar paso a un concepto empresarial que aún no tenía ni nombre. «En aquel momento había muchos perfiles sénior en paro que querían montar una empresa y les venía bien un espacio donde poder trabajar; lo mismo ocurría con diseñadores y consultores; gracias a que me patrociné bien en Facebook y que los medios se interesaron por este sistema, me empezó a ir bien». A Wekco, su coworking de Novo Mesoiro, le fueron siguiendo tantos otros, muchos nacidos en los últimos meses.

Neurall y Xente con Xeito son un ejemplo. El primer caso surgió por el interés de varias empresas de la zona de Matogrande de colaborar entre ellas, al percibir que cada vez había más trabajadores que buscaban pasarse a esta zona, «al empezar a estar A Coruña algo saturada». Desde esta empresa apuntan que aumentan los grupos que se animan a sumarse juntos a un coworking, más que trabajadores por cuenta propia con profesiones liberales, como solía ocurrir antes. «Se trata de empleados que siguen en teletrabajo y que esto les soluciona la parte social pero también trabajan mejor, en lo referido a lo profesional, con sus compañeros cerca. Por otro lado, les damos una red de seguridad porque si hay cualquier avería o se va la luz no tienen que gestionarlo ellos». Estas ventajas fueron precisamente las que encontró la compañía Tesgal Technologies, una empresa de seis personas que se ha mudado a Neurall.

«Llevamos cinco meses, tras pasar por el polígono de Bergondo y por un período de teletrabajo. Estar en Matogrande nos viene genial de cara a la imagen con los clientes y también es todo más sencillo ahora con el sistema híbrido que tenemos, que combina teletrabajo, asistencia al cliente y coworking», comenta Gerardo Zas, uno de los trabajadores de esta empresa de consultoría y seguridad informática. «Las relaciones con otras empresas, el know how y el ahorro económico son los otros grandes beneficios que hemos obtenido de esta decisión». 

Estos empleados suelen ir a Neurall los lunes y los viernes, pero es que hay veces que los trabajadores simplemente requieren un monitor unas horas, acceder a una sala para una única reunión o un lugar donde recibir paquetes y tener el domicilio fiscal. Las nuevas profesiones son también el target de los coworkings, y así influencers o locutores de pódcast se perfilan como usuarios habituales de estos servicios. En Xente con xeito (Paseo de Ronda., 37) tienen tarifas que van desde 1 euro la hora a los 175 por el mes completo.

De entre las situaciones que llevan a un empleado a mudarse a un coworking, la de Marta López-Rivadulla es radicalmente particular. La fundadora de El Sofá Amarillo empezó a gestionar su día a día como organizadora de bodas en The Roof hace casi cinco años, después del fallecimiento de su socia. «Trabajábamos en casa, pero después de lo que pasó no quería estar sola, así que decidí empezar en The Roof y fue todo un acierto». En estas oficinas de Juan Flórez comparte espacio —y una magnífica terraza donde suelen comer— con arquitectos, abogados y unos cuantos más profesionales que nada tienen que ver con los eventos. «Nos llevamos genial y es comodísimo por todo, pero en mi caso para los clientes es prioritario que estemos en un lugar agradable en el centro, ya que la mayoría no son de aquí y así pueden disfrutar de la experiencia de venir a la ciudad», comenta Marta.

Marta López-Rivadulla, fundadora de El Sofá Amarillo
Marta López-Rivadulla, fundadora de El Sofá Amarillo MARCOS MÍGUEZ

Dado el bum, y en muchos casos la necesidad de estos centros de trabajo, la Diputación creó una red de espacios colaborativos a través del Plan de Empleo Local para «impulsar el apoyo a la creación y consolidación de empresas». Son estos en la provincia: 

  • Pazo de Arenaza (Oleiros)
  • LAB Barbanza (Boiro)
  • Daquí Darredor (Brión)
  • Coworking Carballo 
  • Coworking A Proa (Ames)
  • Centro Comarcal de Desarrollo Rural A Fusquenlla (Moeche)
  • Coworking A Capela
  • Centro de emprendimiento A Estación (Vedra)
  • Green Coworking As Pontes
  • Coworking A Pobra
  • Coworking Digital Compostela