Los chicos del cable: la pandilla de jubilados que gestiona el Museo de Telecomunicaciones de A Coruña

VIVIR A CORUÑA

MIGUEL MIRAMONTES

Esta exposición didáctica, situada en la zona de O Montiño, permite conocer los sistemas de comunicación que operaban hace más de cien años de la mano de ex empleados de Telefónica

19 ene 2023 . Actualizado a las 18:33 h.

Cada vez que Carrusel deportivo anuncia que un equipo de fútbol ha marcado, un fuerte pitido se cuela en las ondas. Lejos de ser algo azaroso, se trata de una señal en morse que significa gol, y que el programa de radio mantiene, seguramente, por una cuestión de nostalgia. Este sentimiento es, precisamente, el que movió hace años a un grupo de prejubilados y jubilados de Telefónica a iniciar un proyecto que, en principio, no tenía más ambición que salvaguardar las piezas de las últimas centrales Rotary de la provincia de A Coruña, que con el paso al mundo digital pasarían a ser chatarra. Para poner en valor la importancia de las primeras centralitas de teléfonos se pusieron manos a la obra y, durante un año, crearon una maqueta que fue el germen de lo que hoy en día es el Museo Didáctico de Telecomunicaciones de A Coruña.

Situado en el número 31 de la calle Antonio Ríos, en el bajo de este edificio uno se enfrenta a la evolución de los sistemas de comunicación, desde el nacimiento del teléfono en 1876 hasta el uso de WhatsApp, comprendiendo sobre todo cómo la paciencia tenía hace decenas de años un cariz diferente y necesario. En este museo uno se siente en pleno rodaje de Las chicas del cable, vuelve a casa de su abuela y retrocede hasta los tiempos donde navegar —la importancia de este verbo— por Internet era, en sí, un mero pasatiempo.

El recorrido lo explica con detenimiento, y adaptándose al perfil de los visitantes, alguno de los exempleados encargados de una exposición que, lamentan, no forma parte de la red de museos de la ciudad. Esto les dificulta el darse a conocer y les deja fuera de unas ayudas que podrían mejorar el funcionamiento del lugar y su espacio. «Por aquí han pasado todos los alcaldes y todos se van muy contentos, pero salen por la puerta y no volvemos a saber de ellos», comenta Félix Rodríguez, uno de los responsables.

El teléfono llegó a A Coruña en los primeros años del siglo XX. En 1916 había apenas 400 líneas censadas. La Voz era el titular del número 5. El alcalde se podía localizar en el 4.

Lamentan que su obra didáctica, tras tanto esfuerzo y un desembolso económico importante —la sufragan sus propias arcas—, no tenga la difusión que merece. Sin embargo, indican que todo el mundo que pasa por este museo aprende de forma sencilla y entretenida, pero además perfiles más técnicos pueden ver in situ cómo funcionaban hace años los sistemas de comunicación, y lo hacen de la mano de esas personas que, en su tiempo, fueron responsables de la maquinaria. Los teléfonos son parte fundamental de este espacio, pero el museo también tiene una parte dedicada a sistemas telegráficos como el código Morse donde descubrir, de la mano de profesionales, cómo se comunicaban los barcos con tierra y viceversa.

Estos jubilados llevan años dando las mismas explicaciones y, sin embargo, el entusiasmo de desciende. La Voz lo comprobó este miércoles al acercarse al Montiño para descubrir el museo de su mano. Este es el día de la semana, además, que suelen reunirse para ponerse al día sobre las necesidades del museo, pues el resto del tiempo se distribuyen y van de vez en cuando. Esto ocurre también con las visitas, que deben pedir cita por teléfono o a través de la página web del museo. Depende del momento es uno u otro experto el que se convierte en guía.