La calle Barcelona de A Coruña, un trampantojo el día de la lotería de Navidad: «Hoy estamos felices, pero este barrio vive asfixiado»

VIVIR A CORUÑA

MARCOS MÍGUEZ

La que fue una de las vías comerciales principales de la ciudad vuelve a vivir un día glorioso tras el declive de los últimos años

22 dic 2022 . Actualizado a las 16:17 h.

 «Tocaría el gordo, pero esto está así todos los días». A la altura del número 56 de la calle Barcelona, uno de los  periodistas que se agolpaban delante de la La Diosa Fortuna le explicaba a un compañero que, aunque viese verjas bajadas y carteles de «Se alquila», esta vía está siempre hasta los topes. Ubicada en el Agra del Orzán, el barrio con mayor densidad de población de Galicia, la que fue una de las arterias comerciales más potentes de A Coruña es normalmente un crisol de lenguas y colores. Pero no tanto de edades, pues son quienes peinan canas los que siguen levantando esta zona de la ciudad. Si cualquier jueves del año jubilados y emigrantes salen a consumir asfalto, se entiende que este jueves la vía fuera, directamente, un hervidero de masas. 

Felices es poco. Los vecinos y comerciantes compartían la alegría de Cristina y José Luis, los loteros que repartieron una ristra de millones gracias a haber vendido el premio gordo de la Lotería de Navidad. «El barrio necesitaba esta alegría, que hubo años muy difíciles», o «invito a conocer el Ventorrillo, que cogió muy mala fama y a ver si esto hace de contrapeso» —pronunciada esta última frase por Cristina, la lotera, ante el micrófono de una radio nacional—, son declaraciones que, posiblemente, no se escucharían si el primer premio hubiese caído en alguna administración del Ensanche coruñés.

Vecinos del barrio en la calle Barcelona, donde se vendió el Gordo
Vecinos del barrio en la calle Barcelona, donde se vendió el Gordo MARCOS MÍGUEZ

En el Agra el 19 % de los hogares ingresa menos de 7.500 euros, y este barrio suele tener los índices de delincuencia más elevados de la ciudad. Por eso, a algunos se emocionaban visiblemente solo de pensar que, esta vez, los titulares vinculados a la calle Barcelona no estarían relacionados con los conflictos callejeros o el cierre de negocios. 

Así, algunos comerciantes aprovechaban el foco mediático de esta mañana para pedir que se revise el precio de los alquileres, —«algunos dueños de locales se creen que esto es la Castellana», decía Verónica, propietaria de la tienda de lencería Lucel—, y que se ayude a la zona a recuperar el lustre del pasado. «Si hay muchos vecinos premiados esto puede dinamizar el barrio, pero parece que todo se lo llevó el Gaucho», lamentaba otra residente de la zona, que señaló la marcha de las tiendas de Inditex de la calle Barcelona como el punto y final de su época dorada. «Hoy estamos muy contentos, pero en el día a día vivimos asfixiados», añadió.

José Antonio mide el pulso de esta calle todos los días desde Indume, su tienda de ropa masculina con la que lleva ya siete años. «Es cierto que la calle vivió horas más bajas, sobre todo en los 2000 con el bum de los centros comerciales, pero ahora tampoco podemos decir que vaya bien. Al final aquí hay sobre todo gente mayor, extranjeros y gente con poder adquisitivo bajo, no pueden subsistir todo tipo de negocios», comenta el propietario de este local. En este sentido, Verónica apunta: «Es así, ahora parece que solo abren bares cuando esta zona era un referente del textil, pero a ver quién puede quedarse con los bajos; hay que poner un tope a los precios», reflexiona desde su tienda.