Cumbraos, la fábrica de curas

Toni Silva SOBRADO / LA VOZ

SOBRADO

CESAR DELGADO

La parroquia de Sobrado celebra hoy una misa homenaje por todos los sacerdotes nacidos en ella

20 jul 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

En una desbocada crisis de vocaciones cristianas, quizá la Iglesia debería estudiar con detenimiento el curioso caso de la parroquia de San Julián de Cumbraos. No es que esta zona del Ayuntamiento de Sobrado dos Monxes diese al mundo más curas que el resto de parroquias, pero sí que se han producido curiosos contagios familiares difíciles de encontrar en otras latitudes.

Este sábado a las seis de la tarde la iglesia de San Julián, uno de los templos de cruz griega y más atractivos de la comarca y al que se accede por un camino flanqueado por centenarios árboles autóctonos, celebrará una misa «como homenaje a sus sacerdotes nativos».

Empezando por orden cronológico, se citará a don José Suárez Fernández, quien fue cura del santuario de Laxe, en 1866.

Otros de los homenajeados serán los hermanos Antonio y José Luis Rodríguez Suárez, este último fallecido en el año 2013. Precisamente un pariente de estos fue quien se dirigió al Arzobispado y pidió la misa homenaje que, presidirá el vicario territorial de Santiago, José Antonio Seoane Ares, que estará acompañado por Jesús Martínez Carracedo, ecónomo general de la diócesis de Tui-Vigo, porque, pese a nacer en Cumbraos, «estaban incardinados en la diócesis del sur». La lista de homenajeados continúa con don Manuel González Louzao (1888-1962), don Francisco Rodríguez Barba, cura de Vilariño y Présaras (1930-2017), y don Eugenio Suárez Boado, administrador de su parroquia natal desde 1966 hasta su fallecimiento en el año 2002.

«E habería que contar catro máis, irmáns e sobriños de González Louzao, co que se criaron moito tempo, e todos curas», explica el vicario de Santiago. Se trata de Antonio (coadjutor de Cumbraos y ecónomo de Grixalba), Jesús, Ricardo y Manuel González Vázquez, los dos últimos canónigos de la catedral y muy vinculados a la vida del seminario en la capital gallega.

Antonio Rodríguez, el párroco que dio misa con sangre en la cara tras recibir una agresión

De todos los sacerdotes nacidos en Cumbraos solo hay un superviviente, Antonio Rodríguez Suárez, quien se hizo tristemente conocido por el episodio que vivió en octubre del 2016, cuando dos delincuentes entraron a robar en la iglesia de San José Obrero y Santa Rita, en el Calvario de Vigo, donde era párroco, y le agredieron brutalmente. A pesar de los fuertes golpes recibidos, tuvo la fuerza para celebrar la misa prevista para esa tarde, con la cara ensangrentada, por lo que se sintió obligado a contar a los feligreses lo que le acababa de ocurrir. Desveló entonces que sus agresores eran conocidos suyos, que les compraba bocadillos y les ayudaba habitualmente, pero ese día decidieron robarle. Y añadió en la misa que, pese a los golpes, los perdonaba. Pero los golpes se resintieron a las pocas horas y el párroco, que entonces contaba 83 años, sufrió un derrame cerebral y se le indujo el coma. Desde entonces, si bien logró salvar la vida, arrastra graves secuelas que le obligan a ser atendido todo el tiempo por terceras personas.